Agricultura

Los productores de aceite reclaman en Córdoba más agua para garantizar la estabilidad de los precios

Representantes de las principales empresas del sector participan en la inauguración del congreso Mundolivar

Comienza el congreso Mundolivar

Manuel Murillo

Rafael Verdú

Rafael Verdú

Córdoba

¿Cuál sería un precio justo para el aceite de oliva con el que todo el mundo, desde el productor hasta el consumidor, pueda sentirse cómodo? Esa es la gran pregunta que lleva años haciéndose el sector en medio de las turbulencias de un mercado muy volátil -como le pasa a prácticamente todos los productos agrícolas-, que un año es capaz de pagar casi 10 euros por kilo de uun productoque al año siguiente cuesta la mitad o menos. Para tratar de responderla, en la mañana de este miércoles han participado representantes de las principales empresas oleícolas del país en la apertura del congreso Mundolivar, que se celebra en el campus de Rabanales. 

Hay tantas respuestas como interesados, pero en general se puede decir que casi nadie se atreve a fijar un precio exacto que pueda considerarse justo, mientras que casi todos coinciden en una máxima propia de los mercados capitalistas: cuanto más caro, mejor. También hay acuerdo en que para conseguir una estabilidad en los precios, dentro de lo posible, es necesario algo que no abunda. El agua, que vale lo mismo la que cae del cielo que la que viene de los pantanos. Pero mientras que la primera no se puede controlar -y es la principal responsable de la enorme variabilidad de precios del aceite-, la segunda sí permite mantener una producción estable y, por tanto, los precios dentro de un rango. 

¿Cuál es el precio "justo"?

José Luis de Prado, presidente de Grupo De Prado -compañía familiar con dos siglos de historia que gestiona 30.000 hectáreas-, es el único que se atreve a lanzar un precio "justo", que sitúa en el entorno de los 4,5 euros por kilo en origen, apenas un poco por encima de los valores actuales del mercado nacional. Según sus palabras, cuando en época de escasez el aceite subió a esa cifra -antes estaba muy por debajo-, "el consumo no bajó". Ese, por tanto, "es un precio adecuado para que toda la cadena valor gane dinero". 

Apertyura del congreso Mundolivar en el campus de Rabanales.

Apertura del congreso Mundolivar en el campus de Rabanales. / Manuel Murillo

Ahora bien, ocurre que "la mayoría de las plantaciones son de secano, lo que nos condiciona la oferta y la demanda". Son cultivos que están al albur de lo que ocurra con la meteorología y que dependen del agua que viene del cielo, no de los pantanos. Ese no es el caso de Grupo De Prado, que tiene el 100% de sus olivares con regadío y su producción apenas fluctúa un 10%. Sus plantaciones en modo superintensivo son capaces de sacar aceite a 1,4 euros por kilo, cuando antes de dar el paso a esa transformación producían a 2,5 euros. Así, De Prado considera "vital la apuesta por el superintensivo", que consume mucha agua. Por ello, reclamó una "apuesta necesaria de las administraciones que nos ayuden con el agua".

El precio "más alto posible"

Para Antonio Luque, presidente de Dcoop -el mayor productor mundial de aceite de oliva-, el precio justo es "el más alto posible para que se venda todo el aceite de oliva", sin precisar más. Y de momento se vende todo, incluso a precios elevados, lo que demuestra que "los consumidores son más fieles de lo que esperábamos". Hay una segunda lección que extrae el presidente de esta gran cooperativa de segundo grado, uno de los gigantes del sector: "Necesitamos ayudar a los agricultores con infraestructura y agua para tener estabilidad". De nuevo, el recurso al agua. 

Antonio Gallego, director general de Migasa -compañía familiar con sede en Sevilla que trabaja con 80.000 agricultores-, es de la misma opinión sobre el precio, aunque para justificarlo recurre a la "teoría económica". Considera que el aceite de oliva debe ser "cuanto más caro mejor, y con mucho aceite". El año pasado, asegura, se vendió todo el aceite aunque el consumo "pudo haber caído un 30%", pero hubo "un 70% que lo sigue pagando a 9 o 10 euros". Así pues, la clave está en "conseguir que el resto de consumidores que se fue con precios altos ahora no se vaya". ¿Cómo se consigue eso? Con "la canción de siempre, promocionar el aceite en todo el mundo".

Hay también posturas más ambiguas, como la de Gonzalo Guillén (CEO de Acesur, productora y envasadora líder de ventas en España), quien entiende que "el precio justo es aquel con el que todo el mundo se siente cómodo". Alcanzarlo es "complicado", porque "en la cadena agrícola hay un universo muy diferenciado", con costes que en el olivar de montaña pueden ser "tres o cuatro veces" superiores a los de plantaciones en seto. En esas condiciones, "es difícil contentar a toda la cadena". De nuevo, Guillén aludió a la necesidad de disponer de agua: "Si no somos capaces de poner medios" para amortiguar la volatibilidad de los precios, para lo que "se habla del agua o innovación, va a ser muy complicado" contentar a todo el mundo. 

Jorge de Melo, CEO de Sovena -holding empresarial portugués-, ofrece un panorama en el que el sector español se presenta imbricado en un mercado mundial. Así, "el precio no puede ser el que quiera España, es global", en una coyuntura en la que "nos acercamos a los cuatro millones de toneladas deproducciónn" (en todo el mundo). Para vender todo eso, "tiene que haber consumo", obviamente, pero para no espantar a los clientes se necesita "estabilidad en los precios", que a su vez dependen del regadío. "Necesitamos agua para garantizar una producción estable", dijo De Melo. 

Por su parte, Cristóbal Valdés, CEO de Deoleo (un gigante del sector con 29 marcas en su portfolio), estima que lo importante es que "tenemos entre todos que hacer un esfuerzo por reforzar la transmisión de calidad del producto, la trazabilidad y sostenibilidad en toda la cadena para que lo aprecie el consumidor". Además, el empresario considera que es necesario avanzar hacia una mayor unidad del sector -en lo que coincide con otras compañías-, ya de por sí muy atomizado y con miles de productores españoles dispuntándose el mismo pastel. "Hay que trabajar más de la mano, unidos en el sector. El precio justo se consigue haciendo esto", señala. 

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