Diario Córdoba

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LA COSECHA SE REDUCE EN UN 5%

La vendimia cierra en Montilla-Moriles con el aforo más bajo de las dos últimas décadas

La escasez de lluvias y las elevadas temperaturas castigan las cepas del marco vitivinícola cordobés

El calor y la falta de humedad reducen, por contra, el impacto de plagas o enfermedades en la vid

Recogida de la cosecha de uvas en el marco Montilla-Moriles. JOSÉ ANTONIO AGUILAR

El marco Montilla-Moriles ha dado por finalizada la vendimia 2023. Y lo ha hecho con un aforo que ronda los 26 millones de kilos de uva blanca, un 35 por ciento inferior a la media de producción de los últimos años y, sin duda, el más bajo de las dos últimas décadas. De este modo, las bodegas, cooperativas y lagares de la Denominación de Origen Protegida (DOP) podrán elaborar este año alrededor de 15 millones de litros de vino, de los que algo más del 25 por ciento se destinarán a vino dulce Pedro Ximénez.

El estrés hídrico que vienen padeciendo las cepas del marco vitivinícola como consecuencia de la escasez de lluvias ha dado lugar, pues, a la cosecha más baja de los últimos años, incluso por debajo de la de 2012, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos de uva.

En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones se destinaron a vino dulce Pedro Ximénez y 507.000 litros, a vinos jóvenes. Por su parte, el año 2022 cerró con un aforo de 29,02 millones de kilos de uva, cifra que ya representó un descenso de más del 5 por ciento con respecto al año anterior.

Como contrapartida, la zona Montilla-Moriles ha disfrutado de una vendimia marcada, fundamentalmente, por la práctica ausencia de plagas y enfermedades de la vid, tal y como puso de manifiesto la ingeniera agrónoma Ángela Portero, responsable del Aula de Viticultura del Consejo Regulador, que reconoció que solo se han detectado «focos poco importantes» de oídio, una enfermedad criptogámica provocada por la especie Erysiphe necator que se conoce popularmente como «ceniza», «gangrena» o «tizne» y que ataca especialmente los pámpanos y los tallos más jóvenes de las cepas.

Un viticultor observa su carga de uva junto a un operario de la Cooperativa Agrícola La Unión de Montilla. JOSÉ ANTONIO AGUILAR

Ausencia de mildiu

Con todo, la consecuencia más llamativa de la escasez de precipitaciones y de las elevadas temperaturas en el marco Montilla-Moriles ha sido la ausencia total de mildiu, una epidemia vegetal que afecta a las vides especialmente durante la primavera y cuyos primeros síntomas se suelen detectar cada año a mediados del mes de abril y, por lo general, en pagos del término municipal de Montemayor.

«Este año no se han observado manchas de midiu, por lo que no ha sido necesario tratar», reconoció Ángela Portero respecto a este hongo parásito originario de América, conocido en otras regiones como «añublo» o «mildeo», que puede ocasionar daños devastadores en todos los órganos de la planta si el clima le favorece.

La única excepción a este buen diagnóstico sanitario la ha representado la yesca, una enfermedad parasitaria producida por hongos que penetran en la madera a través de las heridas que registran las cepas durante las labores de poda.

 «Los primeros síntomas de yesca se vieron muy temprano, a finales de mayo, por lo que pedimos que se aplicaran de inmediato las medidas quirúrgicas necesarias para detener la evolución de esta enfermedad que puede llegar a secar toda la cepa», recordó la responsable del Aula de Viticultura, quien reconoció que «el nivel de plantas con síntomas ha sido alto» este año. 

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