Los embalses cordobeses siguen presentando una situación crítica, pues las lluvias caídas en lo que va de invierno apenas han servido para incrementar un 2,4% el nivel que presentaban a principios del año hidrológico, pero siguen manteniéndose un 4,7% por debajo del porcentaje registrado a principios de marzo del año pasado. En estos momentos, el volumen de agua embalsada en la provincia de Córdoba es del 19,34% sobre su capacidad total, al tener 642,142 hectómetros cúbicos acumulados de los 3.320,313 que supondría estar al 100%. En términos absolutos, la cantidad de agua embalsada ha descendido un 21,64% en un año, ya que en marzo de 2022 había 796,2 hectómetros.
En este periodo, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir he revisado los datos sobre la capacidad total de la cuenca, de modo que hace un año dicha capacidad de la provincia estaba estimada en 3.411,918 hectómetros, lo que hace aún más llamativos los porcentajes de acumulación puesto que sobre una menor capacidad, el nivel de reservas también es más bajo. Según los datos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, el volumen embalsado en los 48 embalses de regulación de la cuenca asciende a 2.065 hectómetros cúbicos, lo que supone un 25,7% de la capacidad total de embalse, lo que supone un 10,8% menos que hace un año, cuando el agua embalsada era de 2.317 hectómetros, y un 47,7% menos que la media histórica de los últimos 25 años.
Centrándonos en la evolución experimentada en el último mes, los informes de la Confederación indican que el volumen de agua almacenada apenas ha subido medio punto porcentual, de modo que, a principios de febrero de 2023, los embalses de la provincia de Córdoba contenían 626,4 hectómetros cúbicos (un 18,87% sobre el total) y la semana pasada se cerró con el 19,34% ya citado. Si se compara el dato de la provincia con el resto de las que forman parte de la cuenca del Guadalquivir, Córdoba es la que presenta una situación más delicada, con un 19,34% sobre su capacidad. Le sigue Huelva, que está al 20,19%; Granada, con un 27,04%; Jaén, con un 28,10%; Ciudad Real, con un 38,5% y Sevilla, que es la que presenta una situación más aceptable, con un 41,2% sobre su capacidad total.
De todos los embalses cordobeses, el que sigue presentando una situación más delicada es el de Sierra Boyera, que apenas acumula medio hectómetro cúbico de agua (0,515), lo que supone un 1,30% de su capacidad, que es de 39,4 hectómetros, situación que se espera poder revertir con la entrada en funcionamiento definitivo del enlace de urgencia desde la presa de La Colada, que es competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadiana.
Los otros embalses con un porcentaje menor de agua almacenada sobre su capacidad son los de Vadomojón, que de los 145,9 hectómetros de capacidad solo acumula 18,1, lo que supone un 12,4% del total. Delicada es también la situación de Puente Nuevo, donde se almacenan 37,7 hectómetros de los 281,2 posibles, con lo que solo está ocupado un 13,44%. Parecido es el caso de La Breña (aunque la capacidad de este último es muy superior), ya que se encuentra al 14,55% de su capacidad y almacena 111,6 hectómetros de los 823,4 para los que tiene cabida. El gran pantano de Andalucía, el de Iznájar, también está lejos de lo que sería deseable, pues, con 173,4 hectómetros embalsados, se encuentra al 18,85% de los 920,233 de su capacidad. De todos los embalses cordobeses, los que mantienen un mayor nivel de ocupación son Guadalmellato, con un 40,52%, y San Rafael de Navallana, con el 43,13%.
Esta falta de recursos en los embalses es consecuencia de la escasez de precipitaciones que viene sufriendo en Andalucía. Según los datos difundidos por la CHG, la cuenca sufre un déficit de precipitaciones del 20% con respecto a la media registrada durante los últimos 25 años, así como de un 60% menos de aportaciones a los embalses, en relación al mismo periodo.
La CHG indicó la semana pasada que, «por quinto año consecutivo, las aportaciones recibidas durante el año hidrológico no han permitido recuperar el volumen que se desembalsa durante la campaña de regadío». Los pantanos de la cuenca no registraban una situación tan crítica desde 1995.