Diario Córdoba

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Asaja Córdoba sitúa en 4.400 las hectáreas de vid con las que cuenta la zona

Montilla-Moriles pierde el 78% de sus viñedos en solo cuatro décadas

La falta de relevo generacional y las dificultades del sector del vino animan el arranque de cepas

Antonio Doblas y Francisco Robles inspeccionan un viñedo recién plantado en el término municipal de Moriles. JOSÉ ANTONIO AGUILAR

La zona Montilla-Moriles ha alcanzado un nuevo mínimo histórico en su superficie de viñedo, a causa, fundamentalmente, de la falta de relevo generacional y de las vicisitudes por las que viene atravesando el sector del vino, agravadas por la pandemia del coronavirus. 

De este modo, la tendencia a la baja que el marco vitivinícola cordobés arrastra desde hace varias décadas sitúa en torno a 4.400 las hectáreas cultivadas de vid, según los últimos datos aportados por la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja-Córdoba).

De este modo, las 300 hectáreas de vid que se han arrancado en Montilla-Moriles en el último año, según Asaja-Córdoba, sitúan en cerca del 78 por ciento el patrimonio vitícola que ha desaparecido en las últimas cuatro décadas, pasando de las 19.000 hectáreas que se computaban a principios de los años ochenta a las 4.400 hectáreas actuales.

La mayor parte de los viñedos del marco Montilla-Moriles se siguen concentrando en el término municipal de Montilla, donde, al cierre de la pasada campaña, se contabilizaban cerca de 1.800 hectáreas de vid, lo que representa el 38 por ciento de la superficie total. Le seguían Aguilar de la Frontera, con 780 hectáreas; Moriles, con 390; Montemayor, con 350 hectáreas; y Cabra, con 330. La presencia de viñedo es testimonial en localidades como Fernán Núñez, Espejo y Doña Mencía.

Apenas quedan 200 hectáreas cultivadas de variedades negras en el marco vitivinícola cordobés

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En lo que respecta a las variedades negras, el balance no es mucho mejor. Según Juan Manuel Centella, presidente de la Sectorial Vitivinícola de Asaja-Córdoba, las uvas tintas prácticamente han desaparecido en la zona, donde quedarían apenas 200 hectáreas cultivadas.

Las primeras uvas de color negro llegaron en 1973 al cortijo de El Caño en La Rambla. Allí, el técnico agrícola Francisco Solano Bellido decidió estudiar la aclimatación en la comarca de una treintena de variedades, al objeto de poder diferenciar en su sistema de plantación factores como la calidad, la producción y la época de maduración del fruto.

Dos décadas más tarde, las cooperativas Nuestra Señora de la Aurora y La Unión comenzaron a trabajar con variedades de uva tinta en dos plantaciones experimentales situadas en el término municipal de Montilla. En la actualidad, ambas entidades molturan la mayor parte de la uva tinta de la comarca. En Montemayor, las primeras plantaciones se realizaron en el 2000, aprovechando las ayudas que la Unión Europea concedió para reestructurar el viñedo.

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