Diario Córdoba

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VENTANA A LA NATURALEZA

La malvasía cabeciblanca, un pato buceador emblemático

La laguna de Zóñar se convirtió durante años en el paraíso de este pato en peligro de extinción. Sin embargo, la llegada de especies invasoras, como la carpa o la malvasía canela, causó grandes problemas a este ave acuática, provocando una gran reducción de ejemplares en España

Grupo de machos de malvasía en proceso de muda prenupcial, en una imagen de archivo. ARENAS

En los años setenta del siglo pasado, la malvasía cabeciblanca, un pequeño pato adaptado a bucear para obtener su alimento, estuvo a punto de desaparecer de España. Caracterizado por su cuerpo rechoncho, larga cola, patas insertadas muy atrás y pico abultado en su base que en los machos se torna azul celeste en época reproductora, se refugió en la laguna de Zóñar. En aquellos tiempos aún se cazaba allí y, al ser el ultimo pato en abandonar el agua, porque necesita un gran trecho para despegar y porque también basa su estrategia de escape en el buceo, era fácilmente abatible.

Sus días estaban contados, pero surgió un movimiento social que consiguió, primero, la prohibición de la caza en las lagunas del sur de Córdoba y, después, su protección mediante la figura de reserva integral y de los embalses como paraje natural. Fueron años ilusionantes y que han sido objeto de varias publicaciones: Las lagunas del Sur de Córdoba, de Torres Esquivias, y un ensayo de Álvaro Vega en formato digital, El pato que se hizo andaluz, en el que analiza cómo fue posible recuperar, desde la provincia de Córdoba, una especie de ave acuática en peligro de extinción.

Es una especie que se alimenta de quironómidos (larvas de moscas), otros invertebrados acuáticos y semillas de plantas sumergidas. Bucean, a veces durante noventa segundos, para obtener su alimento. He aquí otra de sus debilidades, ya que cuando el ser humano creyendo que hace bien libera carpas o carpines, el desastre está servido, hechos constatados en la laguna del Rincón en 1987 y en la laguna de Zóñar en años posteriores. Estos peces se alimentan en el fondo del lecho de la laguna y remueven el fango. Esto tiene dos efectos: por un lado, aumenta la turbidez del agua por sólidos en suspensión y, por otro, libera nutrientes atrapados en el lodo que disparan la producción de fitoplancton. El efecto sinérgico de ambos hace que la luz no llegue con la suficiente intensidad a los lugares donde se enraíza la vegetación subacuática y, por tanto, desaparece y con ella todos los organismos asociados. El sistema del que depende la malvasía y otros patos buceadores, como el porrón común y moñudo e, incluso, en parte el pato colorado, se desestabiliza y estas especies la abandonan. Con el paso de los años una comunidad rica en especies de aves acuáticas buceadoras o semibuceadores se transforma en otra comunidad de especies piscívoras con garzas, garcetas, garcillas, somormujos y gaviotas, entre otras.

Laguna de Zoñar, donde se aprecian orillas desprovistas de vegetación lacustre.

La desaparición de las carpas y carpines permite restaurar el sistema ecológico a su estado original, cuestión que fue documentada en primer lugar en la laguna del Rincón y, posteriormente, en la laguna de Zóñar, donde además se estudiaron muchos otros parámetros. Hoy las publicaciones que se realizaron son puestas de ejemplo sobre los efectos que producen las especies invasoras. En marzo de 2018 se descubrió carpín en Zóñar, vuelve la pesadilla. Ya es difícil observar a la malvasía allí.

Otro invasor, la malvasía canela, natural de América, procedente de escapes de colecciones privadas de Reino Unido, llegó a estos lugares. Tiene la capacidad de desplazar a los machos de la malvasía cabeciblanca, copula con las hembras, nacen híbridos que a su vez también son fértiles. Es una forma de contaminación genética que hace desaparecer a la especie autóctona, que tiene unos cortejos muy estereotipados y hasta que la hembra no accede no se produce la cópula. Con la canela parece una especie de violación después de agresivas persecuciones buceando y por encima del agua. La primera cita y descripción de este proceso se realizó en el embalse de Malpasillo, en mayo de 1989. Comenzó su control, que no debe abandonarse. Para reproducirse requiere que el cinturón de vegetación que rodea la cubeta de las lagunas esté en pleno contacto con el agua, ya que construyen sus nidos sobre el agua en vegetación emergente de carrizos y eneas o utilizará viejos nidos de fochas o patos, y se ha descubierto que utiliza cajas nido en las que construye un nido de ramitas. Tanto las excesivas lluvias que hacen desaparecer estos cinturones por subidas excepcionales del nivel del agua, como las sequías que alejan la misma apareciendo zonas desprovistas de vegetación no son buenas condiciones para la reproducción. Por ello hay que hacer una gestión resiliente, cada vez más adaptada al cambio climático si se quiere que los espacios lagunares mantengan los valores que determinaron su protección.

La malvasía llegó a un máximo de 4.486 ejemplares en el año 2000. Los últimos datos que se hicieron públicos fueron los 1.674 individuos de 2015, año en la que estuvo presente en 78 humedales de 15 provincias, pertenecientes a cuatro comunidades autónomas: Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia y Comunidad Valenciana. Se siguen realizando cinco censos anuales con mayor o menor cobertura por parte de las comunidades autónomas. Es necesario que se hagan públicos para que la sociedad conozca su población y el compromiso de cada administración.

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