El agricultor de la Vega del Guadalquivir ya toma alternativas ante las consecuencias del cambio climático, buscando y adoptando soluciones ante el déficit de agua. Así, utiliza técnicas como el acolchado para mermar la evaporación del agua del suelo, lo que reduce el agua que necesita el cultivo; sensores de humedad para saber cuándo hay que aportar agua y de esta forma optimizar el riego; o aplica tratamientos que bajan la temperatura, como el caolín en el naranjo, que lo blanquea para reducir la temperatura del árbol. Estas son algunas de las respuestas que se están adoptando ante el cambio climático, según explica María Reyes, bióloga que trabaja en la asociación Palma Ecológica.

En el primer Foro por el Clima, causas, consecuencias y soluciones ante el cambio climático en la Vega del Guadalquivir, organizado por Grama y el Ayuntamiento de Palma del Río, la técnica afirmó que el agricultor «se da cuenta del cambio climático cuando una plantación de cítricos se ve afectada por una granizada en una época que no es normal, por falta de frío que hace que la fruta retrase su maduración, o ante las altas temperaturas en verano». Pero a pesar de que está habiendo una adaptación, «el cambio climático va a seguir, estamos en las consecuencias de años atrás, y las consecuencias de lo que hagamos ahora las veremos en los próximos años», señaló Reyes, quien defendió la necesidad de «reducir insumos y utilizar menos materiales fósiles».

Nuevas plagas

Por otro lado, apuntó a nuevas plagas que surgen por las altas temperaturas y que encuentran en los campos un terreno limpio, con cero competidores por el uso de los fitosanitarios. «Matamos a los buenos y a los malos, no peguemos un cañonazo con fitosanitarios», dijo, en clara alusión a la biodiversidad. En este sentido, la técnica de Palma Ecológica defendió que, aunque «no podemos dejar de producir, la alternativa es un uso más sostenible del campo», apuntando a cubiertas vegetales, a un uso más sostenible del agua y a no usar en exceso los insumos. María Reyes explicó que el uso de herbicidas ha provocado que el suelo pierda capacidad de retener agua y nutrientes y el control ecológico de las plagas.

Los datos, a octubre del 2021, cuentan que Córdoba tiene 897 hectáreas en citricultura ecológica. En Hornachuelos hay 340 hectáreas, Palma del Río 269, Fuente Palmera 83, Posadas 124 y le siguen en producción ecológica Guadalcázar y Almodóvar, con 51 y 2,49 hectáreas, respectivamente.

En esta apuesta por la biodiversidad está desde hace 11 años Naranjas Ecológicas Biovalle, con 15 hectáreas de naranjos que arrojan una producción de 450.000 kilos con un mercado de pequeños distribuidores en Francia, Bélgica y recientemente en Alemania, además de en puntos de España. Para Juan César Salamanca, el campo «tiene mucho que decir ante el cambio climático».

En estas hectáreas de cítricos ecológicos se trabaja con cubierta vegetal, acolchado natural que fija el dióxido de carbono a la vez que disminuye la evaporación de la humedad del suelo. Salamanca precisa que esto implica una buena gestión de la vegetación, es decir, desbrozar en los momentos oportunos. Entre las bondades de estas cubiertas, resalta un suelo más rico, lo que favorece la biodiversidad y evita plagas. De la experiencia de estos once años de producción en ecológico destaca «la salud de nuestras tierras, materia orgánica saludable que se traduce en producción de alimentos sanos». Igualmente, señala la conservación del suelo, «la tierra no se va, no hay erosión». Otras ventajas, que puntualiza son la calidad de nutrientes de la fruta. Juan César Salamanca subraya que no se contamina y que evitar la erosión conlleva no colmatar embalses y ríos, ya que «estamos perdiendo capital natural».

José Larios: «Ante el cambio climático vamos bastante tarde»

En el Foro por el Clima se puso de manifiesto que el cambio climático está relacionado con cómo producimos y consumimos. Junto a María Reyes y Juan César Salamanca, participaron José Larios, premio de Medio Ambiente de la UCO y presidente de la Fundación Transición Verde, que no ocultó que «ante el cambio climático vamos bastante tarde» y que «es un síntoma de que en apenas diez generaciones hemos abusado de los combustibles fósiles». 

Las propuestas de alternativas llegaron desde Barrios por el Clima de Córdoba, con acciones para cambiar hábitos y divulgación para cambiar conciencia, o con una llamada a una alimentación sana con Thays Helena Pereira, doctora en nutrición y ciencia de los alimentos, que alertó del desperdicio alimentario en los hogares y el abuso de plásticos en el consumo alimentario. En este foro también participaron Teodomiro Recuero, ingeniero agrónomo que destacó la figura de la comunidad energética local, y Manuel Fernando Raya, de Hornasol (Hornachuelos), quien anunció alegaciones ante la pretensión de Enresa de ampliar El Cabril.

Desde Grama, su presidenta, Luisa Venteo, afirmó que este foro es el paso para abrir trabajos sectoriales ante el cambio climático. Dijo que, «siendo conscientes del punto crítico, tenemos que desechar el pesimismo y trabajar desde el optimismo colectivo». 

Por su parte, la alcaldesa palmeña, Esperanza Caro de la Barrera, subrayó que «hay un serio peligro para los habitantes del planeta, porque los recursos naturales son finitos y se plantea un problema de subsistencia para próximas generaciones».