Asaja Córdoba ha informado del comienzo de la recogida y el arranque mecanizado del ajo en la provincia de Córdoba en una campaña en la que se ha registrado «un descenso de superficie del 20 por ciento, por lo que habrá una disminución lógica en el número de kilos recolectados».

Tal y como ha indicado el presidente nacional de la sectorial del Ajo de Asaja, Miguel del Pino, no obstante, «la calidad va a ser buena porque afortunadamente no está lloviendo en la recolección, que es cuando es peligrosa la lluvia porque se ponen negras las capas del ajo y hay que venderlo como destrío con un precio mucho más bajo».

En los años anteriores, la superficie de siembra se mantenía en 2.000 hectáreas, pero este año «se ha reducido debido principalmente al miedo que los ajeros tenían a la ausencia de agua en los pantanos y la poca seguridad que había de lluvia». En este sentido, Del Pino ha explicado que el ajo es un cultivo caro, «alrededor de 12.000 euros por hectárea», y «por eso es necesario asegurar el agua porque, si no se tiene, puede ser una ruina». Así, ha añadido que, aunque el ajo precisa muy poca agua en relación con otros cultivos, la necesita en su momento y, si no se tiene, habrá menos kilos y menor calidad.

Por otra parte, ha destacado la «gran preocupación» por la falta de materias activas autorizadas para luchar contra plagas y enfermedades. En este sentido, los ajeros piden a las administraciones que defiendan conjuntamente el mantenimiento de sustancias para las que no existan alternativas. El fungicida Tebuconazol ha sido identificado por Italia, Francia y España como esencial para el tratamiento de la roya, por lo que debe mantenerse su uso más allá del 2023.

Igualmente, piden «la autorización de nuevas moléculas para el cultivo del ajo, que ya estén autorizadas para otros cultivos, o de nueva creación y las derogaciones necesarias para el cultivo, en aplicación de una especie de artículo 51 conjunto».