El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, ha informado de que el cultivo del girasol ha subido en la provincia en torno al 25 por ciento en relación con la superficie que se sembró en el año 2021. Este aumento es consecuencia de la guerra en Ucrania, pero también ha beneficiado este incremento la posibilidad de cultivar en barbecho esta campaña de la Política Agraria Comunitaria (PAC).

Fernández de Mesa explicó que, debido a la sequía, las siembras iban a ser muy inferiores a la de los últimos años, pero, en poco más de 30 días, se ha producido un vuelco y las superficies de siembras de girasol han subido en 6.250 hectáreas más en comparación con el año pasado, cuando en la provincia de córdoba solo hubo 25.000 hectáreas.

Explica el responsable de la organización agraria que en Córdoba, la superficie durante los años de atrás siempre ha ido a menos, pero, sin embargo, en esta campaña, debido a la situación internacional ya citada y los precios, que han mejorado, han provocado «que la superficie suba y con números importantes».

Por ejemplo, la superficie que se ha estado sembrando en ejercicios anteriores en la provincia siempre ha rondado las 25.000 hectáreas de girasol frente a las 37.100 hectáreas que se sembraron en el año 2017 o las 46.800 hectáreas de 2015.

Estos datos demuestran que la tendencia de siembra de superficie de girasol iba reduciéndose año tras año, con una bajada del dos por ciento en 2021 y del seis por ciento en 2020, lo que suponía una disminución consecutiva desde hace cinco años. Esta merma en el interés de los agricultores por sembrar girasol se fundamenta, sobre todo en «su escasa rentabilidad».

Aporta el presidente de Asaja algunos datos clarificacores, que indican que la superficie de girasol el año pasado era de 25.080 hectáreas en la provincia de Córdoba; un año antes, es decir, en 2020, era de 25.593 hectáreas, y en 2019 la superficie se situaba en 27.448 hectáreas, según los datos de la superficie PAC que maneja la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.

Ignacio Fernández de Mesa subrayó que esta situación de falta de rentalibidad de un cultivo, que era tradicional de esta zona, ponía en peligro la continuidad del mismo por el escaso valor de los ingresos que generaba al agricultor en la venta de la cosecha, ya que estaba por debajo de los costes que habían sido necesarios para sacar adelante la cosecha.