Diario Córdoba

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VENTANA A LA NATURALEZA

El ocaso de los insectos

Insecticidas y herbicidas son un problema para la conservación de la biodiversidad. En la imagen, explotaciones tratadas.

Hace más de un lustro la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), preocupada por la recesión en las poblaciones de insectos, publicó los resultados de un estudio denominado Evaluación mundial integrada de insecticidas neonicotenoides y Fipronil que llevó cuatro años de investigación. Se revisaron 800 estudios científicos sobre insecticidas sistémicos. Estos se caracterizan porque son absorbidos por las plantas y se distribuyen por todas las partes de ella. Los insectos, al alimentarse masticando las hojas o succionando la savia, absorben estos productos y mueren. La persistencia en el suelo puede ir de varios días hasta semanas e incluso años en algunos casos. Año tras año se acumulan y son arrastrados por el agua, afectando a otras comunidades alejadas de la zona de deposición. Los tratamientos son realizados de forma periódica de forma preventiva, cuando quizás no sea necesario.

La revisión realizada confirmó la peligrosidad de estos insecticidas y sus autores pidieron a las agencias reguladoras que aplicaran principios de prevención y establecieran regulaciones más severas sobre los neonicotinoides y el fipronil, y comenzaran a planificar una retirada global o una fuerte reducción de uso. Consideraban que su aplicación a gran escala era insostenible y el problema iba más allá de las abejas, que es lo que más ha trascendido, pues afecta también a lombrices de tierra, mariposas, invertebrados acuáticos, peces y aves, entre otros. Lo consideran una gran amenaza sobre la productividad del medio natural y agrícola, y en consecuencia de muchos de los procesos ecológicos.

Se han llegado a detectar altos niveles en el polen y néctar de las flores, lo que supone un salto cualitativo. Los insectos están muy vinculados con la polinización y se ha calculado que el 75% de los cultivos de los que nos alimentamos dependen de ellos.

En el 2017 se publicó un estudio que concluía que en los últimos 27 años se ha reducido la biomasa total de insectos voladores en más del 75%. Donde antes vivían 100 mariposas, abejas, abejorros, libélulas, mosquitos o moscas, ahora solo sobreviven 24.  

Mariposa libando en la flor del madroño, uno de los grupos más afectados. CÓRDOBA

Hace tres años un estudio dirigido por el español Francisco Sánchez-Bayo, tras analizar 73 estudios que hablaban sobre la disminución de insectos, revelaba que se daban tasas dramáticas de disminución que pueden conducir a la extinción del 40% de las especies de insectos del mundo en las próximas décadas. 

En los ecosistemas terrestres, los lepidópteros, los himenópteros y los escarabajos coprófagos son los taxones más afectados, mientras que cuatro taxones acuáticos, libélulas, plecópteros, tricópteros o frigáneas y efímeras, ya han perdido una proporción considerable de especies. El proceso afecta tanto a insectos especialistas como a generalistas. Los principales causas parecen estar, por orden de importancia, en la pérdida de hábitat y conversión a agricultura intensiva y urbanización; la contaminación, principalmente por pesticidas y fertilizantes sintéticos; factores biológicos, incluidos patógenos y especies introducidas y el cambio climático.

España tampoco va a la zaga, un estudio liderado por investigadores de la Universidad Complutense concluyó que en la cordillera de los Pirineos, el lugar de la Península Ibérica que alberga la mayor diversidad de especies de abejorros, no han detectado la presencia de nueve especies y dos subespecies entre las registradas anteriormente en esta cordillera. Se conocían 37 especies de abejorros, grandes polinizadores; ahora se han encontrado 28 y 14 han sufrido reducción de sus poblaciones. En la misma línea, investigadores del Museo de Ciencias Naturales advierten que un fármaco antiparasitario de uso veterinario, la ivermectina, está implicado en el declive de los escarabajos peloteros.

Como se desprende, es un proceso generalizado y la mano del hombre está detrás de él. Del mismo no se libran ni los espacios naturales protegidos, especialmente las superficies agrícolas. Parece que este proceso no importa, será porque los insectos no votan, pero están en juego muchos procesos ecológicos de los que dependen la humanidad, el más perceptible la polinización, que en algunos lugares comienzan a realizarse de forma manual y hasta con drones. ¡Cuánto absurdo! 

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