Algunas especies, en su evolución, se han adaptado a obtener sus recursos tróficos de los cadáveres de animales. Así tienen acceso a una alimentación con menor gasto energético para su captura. Los buitres se han especializado en el consumo exclusivo de carroña. Por su capacidad de vuelo son capaces de prospectar una vasta superficie en una unidad de tiempo pequeña en comparación con las especies terrestres. Si estamos atentos en su modo de desplazamiento veremos que utilizan las corrientes de masas de aire caliente ascendente. La gran superficie de sus grandes alas les permite ascender casi sin esfuerzo y en ocasiones pueden llegar a varios miles de metros de altitud. Desde la altitud planean en vuelo de descenso hasta alcanzar otra térmica. Así rastrean grandes superficies con un mínimo gasto energético. También son capaces de aprovechar vientos de ladera manteniéndose a casi una misma altura.

En el ámbito mediterráneo existen cuatro especies de aves necrófagas especializadas en el consumo de distintas partes. El buitre leonado tiene acceso a las vísceras y la carne; el buitre negro a piel, tendones, grandes trozos de carne alrededor del cadáver y pequeños animales muertos como el conejo; el alimoche a los pequeños trozos de carne y vísceras localizados alrededor de la carroña; y, por último, el quebrantahuesos a los huesos, aunque no desdeña pequeños trozos. De aquí se puede inferir la menor afección a los cebos envenenados del leonado y mayor de las otras tres especies.

El de menor tamaño

Centrándonos en el alimoche, es el de menor tamaño, territorial, ubican sus nidos bastantes espaciados unos de otros, aunque a veces pueden ser cercanos en zonas de gran disponibilidad de alimento. Nidifica en roquedos, mejor en calizos por tener mayores oquedades, por ello en Sierra Morena tienen muy restringidas sus posibilidades de nidificación. Los ejemplares no reproductores pueden mostrar pautas sociales de agregarse en el espacio y en el tiempo, siempre relacionada con la abundancia de alimento. Esta característica es utilizada para la gestión activa de la especie. Se intentan crear dormideros comunales asociados a un punto de alimentación y al llegar a la edad adulta pueden ocupar territorios abandonados.

Alimoche, el buitre migrador Rafael Arenas

En la serranía de Cádiz existe un punto de alimentación y, tras años de trabajo intenso, se logró que se formara un dormidero. Esa misma técnica se comenzó a desarrollar en la comarca del Guadalteba en Málaga hace unos años y aún no ha dado suficientes (la paciencia debe ser una aliada en los programas de conservación).

Es muy conocida su habilidad para romper huevos, bien con el pico si son pequeños o lanzándoles piedras si son grandes. Este comportamiento ha podido demostrarse que es innato y no aprendido, hecho que fue bien documentado por Félix Rodríguez de la Fuente en la serie El Hombre y la Tierra en el capítulo El buitre sabio.

En estos momentos los alimoches se encuentran cruzando el Estrecho de Gibraltar. Es una especie migradora subsahariana, es decir, hiberna al sur del Sahara y viene a nuestras latitudes a reproducirse. Generalmente la puesta es doble como en el quebrantahuesos, en contraposición a la puesta única del buitre leonado y negro. Como la incubación comienza con el primer huevo, los pollos mantendrán en su desarrollo una diferencia de tamaño. La supervivencia estará ligada a la diferencia de tamaño y la abundancia de alimento.

Según los últimos datos disponibles de acceso público, en Andalucía en el año 2020 se censaron un total de 28 parejas territoriales, de ellas, 2 en la provincia de Córdoba. Cádiz mantiene el grueso de la población con 18 territorios. Desde el año 1987, en el que existían 94 parejas reproductoras, ha sufrido una notable regresión. El principal problema de conservación es la mortalidad no natural por la ingestión de cebos envenenados y las colisiones con parques eólicos y, en menor medida, la electrocución. Desde que comenzó su seguimiento, año tras año, disminuía el número de territorios ocupados --el mínimo fue en el 2013 con 23 parejas--.

Muchas personas creían que el problema estaba en África, pero en unas jornadas celebradas en el año 2014 en Vejer de la Frontera fue el punto de inflexión. Lograron que se activara con mayor coordinación la lucha contra el veneno en Cádiz y Málaga y posteriormente la adopción de medidas más ajustadas a los parques eólicos del campo de Gibraltar. La respuesta ha sido clara, un aumento de 5 parejas reproductoras al disminuir la mortalidad y hacer posible la integración de ejemplares flotantes. Hay que tener cuenta que el alimoche alcanza la madurez sexual entre los 6 y los 9 años y, por tanto, las respuestas poblacionales son lentas, siempre y cuando se mantenga la presión sobre el veneno y los parques eólicos.