En el año 2015 la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía estableció el 12 de diciembre como el Día Internacional del Lince Ibérico, una manera de llamar la atención sobre la delicada situación de esta especie. A lo largo de su evolución el lince ibérico se ha especializado en la caza de una presa, el conejo, y por tanto ha ligado su futuro al de esta especie. Hasta el año 1973 que fue protegido por ya encontrarse en peligro de extinción fue considerado como una especie a perseguir simplemente por su carácter de depredador.

En 1990 se publicaba un libro de Alejandro Rodríguez y Miguel Delibes que cifraban la población de lince en 1.000-1.500 ejemplares, resultado de un trabajo de prospección realizado en el segundo lustro de los años ochenta. Aún recuerdo una conversación con Alejandro en la que me comentaba que la construcción del embalse de San Rafael de Navallana haría desaparecer una de las mejores poblaciones de lince. Entonces era impensable poderlo evitar con la legislación y mentalidad existente. En 1988 se detectó en Asturias y León por primera vez la neumonía hemorrágica vírica que afectaba al conejo, principalmente a los ejemplares adultos y subadultos. Se extendió rápidamente por la geografía española y en 1.990 ya se detectó en el Parque Nacional de Doñana

En unas jornadas celebradas en Jaén en el año 2001, organizadas por Ecologistas en Acción se dio con contundencia la voz de alarma sobre que el lince se nos iba de las manos y se estimaba que no quedaban más de 500 ejemplares en toda su área de distribución. Un año más tarde, se puso en marcha un censo a nivel nacional y la estimación arrojaron cifras verdaderamente alarmantes, 150-200 individuos. Estábamos ante un proceso de extinción claro que podría llevarse a esta especie por delante en las próximas décadas si no se actuaba con medidas de conservación activas. El lince había quedado relegado a dos poblaciones, una en Doñana y otra entre Andújar y Cardeña con casi imposibilidad de interconexión. Tras más de quince años de discusiones entre la Comunidad Autónoma de Andalucía y el Gobierno de España para ver como abordar la cría en cautividad de la especie y tras varios talleres específicos, se puso en marcha en 2.004 el Centro del Acebuche. 

En marzo de 2005 nacían los primeros linces en cautividad. También se decidió que había que crear nuevas poblaciones de linces interconectadas y tras diversos estudios y levantamiento de información a pie de campo donde no faltaron estudios sociales para conocer la opinión sobre el proyecto, se seleccionaron en Andalucía las áreas del Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén) por mantener altas densidades de conejos y opinión favorable de sus habitantes.

Tras diversos trabajos de mejora del hábitat, la primera reintroducción de linces en España, se limitó finalmente a la comarca del Guadalmellato en Córdoba a finales del año 2009, posponiendo la suelta de ejemplares en Guarrizas (Jaén) para el siguiente año. En total fueron tres parejas procedentes de capturas del medio natural, que se liberaron en grandes jaulones de varias hectáreas. Ya el primer año hubo éxito reproductivo con el nacimiento de tres cachorros. Todos los ejemplares una vez liberados se quedaron en el territorio seleccionado y año tras año se incrementaron con sueltas de individuos procedentes de la cría en cautividad.

Lo aprendido en Andalucía se ha trasladado a Castilla la Mancha, Extremadura y Portugal en años posteriores con proyectos financiados por la Unión Europea. Los últimos datos publicados citan la existencia de 697 adultos y subadultos, de ellos 617 están en España y 349 en Andalucía. Lo que verdad importa son las hembras reproductoras y en Andalucía se asientan 124, de ellas 16 en el área del Guadalmellato.

En un anterior artículo publicado en este diario el 7 de diciembre de 2008, se advertía que los ejemplares reintroducidos fallecerían a causa de inanición, atropellados en carreteras, estrangulados por un lazo ilegal a decenas o centenas de kilómetros de donde se liberaron, cercenado uno de sus miembros por un traicionero cepo, y otros simplemente se esfumaran como vapor en el aire a pesar de portar los sistemas de seguimiento por satélite más sofisticados. No nos equivocamos, eso es los que está pasando en la actualidad pero con una cuestión añadida, el virus de la neumonía ha mutado y afecta también a los ejemplares jóvenes de conejo por lo que no solo hay que corregir las muertes de carreteras y trabajar contra la persecución directa, sino que también es urgente trabajar para recuperar las poblaciones de conejo en las áreas con presencia de lince porque el trabajo realizado hasta ahora se puede ir al garete.