Un 33% de los jóvenes que se incorporan al trabajo rural en Córdoba son mujeres. En relación a años anteriores, esa cifra supone que hay un 7% más de mujeres al frente de explotaciones agrarias, según los datos aportados por la Delegación territorial de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Junta de Andalucía.

Los jóvenes nacidos y criados en zonas rurales abandonan en su mayoría el campo para acceder a estudios superiores o buscar trabajo. Paqui Luque Gómez, una cordobesa de Nueva Carteya de 23 años, tiene claro que su vida está en el ámbito rural. «A mí me gusta trabajar en el campo. Yo estudié y vi que mi futuro estaba aquí. No creo que cambie de profesión, yo me siento muy a gusto trabajando de esto y no me veo sentada en una oficina», manifiesta.

Paqui comenzó a trabajar con 18 años y actualmente es comercial en un vivero, aunque afirma «haber hecho todos los trabajos del campo, desde la aceituna y el ajo, hasta trabajar durante una temporada en la producción vinícola en La Rioja».

La Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer) en Córdoba promueve la necesidad de fomentar medidas para que la población joven, especialmente mujeres, encuentren oportunidades para permanecer en sus pueblos, evitando así la despoblación y el envejecimiento de estos. «Es muy importante que nos sigamos dedicando a los trabajos en el campo, para que se siga viviendo en los pueblos. Desde mi experiencia diría que es fácil acceder a un trabajo en el campo, no te exigen tanta experiencia como en la ciudad», señala Paqui.

María Jesús Gualda, presidenta de la Asociación de Ganaderías de Lidia. CÓRDOBA

Perfil de la mujer rural

Según datos de Afammer, en España, el 24% de la población vive en zonas rurales y el perfil de la mujer que reside en ellas es el de una mujer casada, de más de 50 años y que consagra 8 horas al día a las tareas caseras y unas 5 horas a actividades exteriores.

Este es el perfil de María Jesús Gualda Bueno, una mujer cordobesa que reside en su finca El Añadío, en el término de Vilches (Jaén). A sus 67 años, María Jesús es la primera mujer que preside la Asociación de Ganaderías de Lidia. «De las cinco asociaciones que existen de la ganadería de lidia, todos los presidentes son hombres menos yo. Soy la primera mujer en esto», asegura.

El día a día de María Jesús es el trabajo en su ganadería familiar, siendo ella la quinta generación que realiza esta labor en estas dehesas. Además, María Jesús emprendió hace 15 años un nuevo proyecto, construir en las antiguas viviendas de los mayorales un hotel rural de 8 habitaciones. «Por la mañana doy instrucciones a los trabajadores de lo que hay que hacer, dirijo el hotel y me encargo de revisar el estado de los animales», cuenta María Jesús.

La ganadera es el ejemplo de la otra cara de trabajar en el campo, la parte administrativa y empresarial existente y a la que muy pocas mujeres tienen el privilegio de acceder. «Aunque gran parte de mi labor es empresarial y administrativa, yo también trabajo de lleno en el campo, que es lo que a mí me gusta. Yo decido qué novillo voy a llevar a algún sitio o reviso cómo están mis animales. Es más, yo estoy metida en la plaza con los toreros», añade. Sin embargo, el trabajo en el campo se ha desarrollado a lo largo de los años como un trabajo precario al que las personas accedían por necesidad, como el caso de Josefina Berni, una cordobesa de 64 años residente en San Sebastián de los Ballesteros, que ha dedicado parte de su vida al campo.

Josefina Berni, agricultora de San Sebastián de los Ballesteros CÓRDOBA

«Empecé con 14 años en la aceituna, donde los hombres vareaban los olivos y las mujeres recogíamos".

Además, confiesa que el campo también estaba muy presente en la vida de sus padres, ya que se dedicaban a hacer matanzas para luego vender la carne en una tienda que dirigía su madre: «Mis padres llamaban al hombre que hacía la matanza de los cerdos, después mi madre vendía la carne en una tienda que teníamos. Ahí sí que se notaba la diferencia entre los que trabajaban en el entorno rural y los que no», recuerda.

Según los testimonios de las entrevistadas, las mujeres, y más aún las rurales, se tienen que enfrentar en el día a día a discriminación en el ámbito laboral. La sociedad, afirman, está cambiando, pero la desigualdad entre hombres y mujeres sigue existiendo, así como la existente entre mujeres del entorno urbano frente al rural.

Trabajo duro

Josefina recuerda sus años de trabajadora en el campo como algo muy duro. «Yo no llevaba bien lo de trabajar en el campo», asevera. Además, confiesa haberse sentido discriminada en alguna ocasión: «No nos tomaban en serio por el hecho de ser mujeres».

Lo mismo ocurre con María Jesús, quien afirma que en algunas ocasiones, aunque no ha sido lo habitual a lo largo de su vida en el campo, ha sentido que el llevar la ganadería de lidia chocara a algunos hombres. «Aún recuerdo alguna anécdota donde no me dejaban entrar en la plaza porque no se imaginaban que los toros que había allí fueran míos, solo por el hecho de ser una mujer», asegura María Jesús.

Según Afammer, las mujeres siguen siendo mayoría cuando hablamos de contratos temporales y de economía sumergida. Además, las mujeres habitualmente no corren la misma suerte que María Jesús, situándose en rangos inferiores y cobrando cantidades muy por debajo de las que puede llegar a cobrar un hombre.

Josefina aún tiene presente algunas de estas barreras, como el sueldo que cobraba por trabajar en el campo. «Por aquel entonces se trabajaba muchas horas y se cobraba muy poco. Eso sí, yo recuerdo que cobraba igual que los hombres que trabajaban allí. Sin embargo, seguramente habría casos donde el hombre sí que cobraba más que la mujer».

Tanto María Jesús como Josefina tienen claro que, actualmente, la comunicación y las nuevas herramientas han hecho que el trabajo de la mujer sea más fácil en el campo. Además, María Jesús confiesa que «el trabajo en el campo depende de la situación personal y de la sensibilidad. «En mi finca, la encargada de los caballos es una chica. Ella tiene una sensibilidad especial». «En El Añadío, hombres y mujeres nos compatibilizamos muy bien, hacemos muy buen equipo», añade María Jesús. Después de su vida en el campo, Josefina trabajó durante 10 años como limpiadora y como pinche de cocina. «Estos trabajos los llevaba yo mejor que el campo», reconoce Josefina. Respecto al futuro, envía un mensaje de apoyo a todas las mujeres para buscar su libertad y que trabajen de lo que quieran. «El machismo ha existido siempre. Debemos tener libertad para trabajar de lo que queramos», señala.

Las "maravillas" del campo

María Jesús invita a todas aquellas mujeres que tienen curiosidad por dedicarse al campo a vivirlo. «Que vivan lo maravilloso que es el campo. No les voy a mentir, a veces es muy duro, pero como otros trabajos», concluye María Jesús. Y al igual que María Jesús, Paqui invita a todas esas mujeres jóvenes a trabajar y a hacer su vida en los pueblos. «Es muy importante que nosotras también nos dediquemos a esto», manifiesta Paqui.

El legado familiar de la finca El Añadío de María Jesús, la historia de Josefina y el optimismo de la vida en los pueblos de Paqui, son algunos de los muchos testimonios de todas aquellas mujeres rurales que se dedican al campo, desde las que lo hacen con pasión y entusiasmo a ello, hasta las que han tenido que pasar por el mundo rural como vía para tener un trabajo en un momento de necesidad.