Las falta de precipitaciones, como en otros cultivos, es también un problema para el cereal y los herbáceos en general, un sector que ha visto cómo en la última campaña ha perdido en torno al 25% de su producción y prevé una caída aún mayor si no cae cierto volumen de agua en este otoño con vistas a la campaña 2021-2022.

Así lo expresa el presidente de Asaja, Ignacio Fernández de Mesa, al analizar la actual situación de los herbáceos, justo en la transición entre el término de la campaña anterior y el comienzo de la siguiente.

Los herbáceos no son, por tanto, un islote en el capítulo agrícola de la provincia de Córdoba e, igualmente, necesitan agua, la suficiente como para salvar el próximo año, que se presenta con muy mal pronóstico si no llueve en otoño o no lo hace de manera adecuada.

Fernández de Mesa, sin perder de vista lo que puede ocurrir el año que viene si persiste la sequía, hace balance de la última campaña del cereal, que ha concluido con «una producción baja, menor que en años anteriores, tal y como se preveía, si bien la calidad ha sido muy buena en los trigos duros y blandos». Precisa que la producción ha registrado un descenso que ronda el 25% en comparación con la media del año pasado, cuando se registraron 3.600 kilos por hectárea frente a los 2.700 de este ejercicio, «no llegando de media a los 3.000».

En el caso de los trigos duros, han pasado de los más de 3.000 kilos a los 2.700, con un descenso de algo más de 300. En lo que respecta a los trigos blandos, han bajado de los 3.400 kilos a los 3.000. Las cebadas también se han visto mermadas en general, con medias de producción de entre 2.800 y 2.900 kilos. El presidente de Asaja matiza que «ha sido un duro castigo, pues ha llovido en cantidad muy escasa, además de que el sol salía y evaporaba, dejando los embalses sin agua». La consecuencia ha sido un resultado «por debajo de lo esperado».

Por su parte, la secretaria provincial de COAG, Carmen Quintero, es coincidente con el balance de Fernández de Mesa y afirma que «hay poca cosecha debido a la poca lluvia». Sin embargo, en cuanto a precios «se prevé que algo mejor, entre otras cosas porque ha habido una buena calidad en general».

Asaja también repasa la superficie de cultivo en la provincia de Córdoba durante la campaña 2020-2021. Ha aumentado el trigo duro en torno a un 5%, siendo la superficie cultivada de, aproximadamente, 37.800 hectáreas, frente a las 35.930 hectáreas del ejercicio anterior, cuando hubo unos rendimientos medios de 3.600 kilos por hectárea. En lo que respecta a las proteaginosas, la producción de las habas también ha estado un poco más baja que el año pasado, rozando los 1.000 kilos por hectárea, y los guisantes, igualmente, han dado resultados menores que el año pasado, con unas medias de 1.500 kilos por hectárea.

La causa principal de la bajada de la producción es la falta de lluvia en los meses de marzo y abril, de los más secos de los últimos 60 años. Esta circunstancia ha concluido en un perjuicio sustancial del buen desarrollo que tenían los cereales durante el invierno. Por ello, un gran número de agricultores están solicitando parte de siniestro a los seguros para cubrir las pérdidas por sequía de la cosecha, «de ahí la importancia de contratar seguros agrarios para tener la cosecha asegurada, en términos de Asaja Córdoba.

El secretario general de UPA Andalucía, Miguel Cobos, realiza también un análisis de la actual situación. Antes de entrar en materia, subraya que en Córdoba «somos todavía una provincia importante en la siembra de estos cultivos». Especifica que en torno a 100.000 hectáreas estarán sembradas, 60.000 de cereales, 25.000 de girasol y el resto de oleaginosas y proteaginosas, además de haber 3.000 hectáreas de algodón.

Cobos indica que esta campaña, «en general, han cubierto los costes de producción», fundamentalmente por la «subida del precio de los cereales, por lo que hemos tenido precios razonables por falta de producción por las bajas lluvias en la primavera». A pesar de ello, incide en la «falta de rentabilidad, excepto este año por la subida» de las cotizaciones.

A pesar del descenso de la producción se han cubierto costes de producción por la subida del precio del cereal. JOSÉ ANTONIO AGUILAR

En la mayoría de las campañas agrícolas «el precio que se paga es el de hace 30 años». Como consecuencia de ello, esta falta de productividad acarrea la «búsqueda de otros cultivos alternativos, de ahí la expansión del olivar y en menor medida el almendro». En el ámbito nacional, los datos que aporta la sectorial de Asaja son muy similares a los de la provincia de Córdoba. Así, esta organización cifra la cosecha de 2020-2021 en 16 millones de toneladas. Esto supone un significativo descenso de producción respecto al año pasado, cuando se alcanzaron los 21,3 millones de toneladas, según datos oficiales del Ministerio de Agricultura. En suma, un recorte productivo que ronda también el 25%, el mismo porcentaje de caída que en Córdoba.

La causa de esta menor productividad es igualmente un calco de la que argumentan los agricultores cordobeses. Es decir, una primavera muy seca que ha hecho que el granado de los diferentes cultivos en su fase final no haya llegado a término, algo que ha ocurrido en buena parte de las zonas productoras de cereales.

Tormentas

Por otra parte, la elevada actividad tormentosa de las últimas semanas de la campaña 2020-2021, en buena parte acompañada de pedrisco, provocó siniestro, según Asaja, más de 230.000 hectáreas, de las que 80.000 fueron en los 10 primeros días de junio. A las pérdidas como consecuencia de las inclemencias meteorológicas hay que sumar los daños ocasionados por la fauna silvestre, que en esta campaña han sido cuantiosos ya que, como consecuencia de la pandemia, la actividad cinegética ha sido prácticamente nula durante los meses de nascencia del cereal. El informe aportado por Asaja genera, pese a que el nivel de aseguramiento de este sector es alto, el malestar de los cerealistas por el limitado rendimiento máximo asegurable que se permite en muchas zonas productoras. Esto hace que, ante la tasación de los siniestros, la indemnización sea menor que el valor real de la producción.

Respecto a los precios del cereal, si bien las cotizaciones, en general, son más elevadas que en las últimas campañas, también es cierto que los costes de producción se disparan. Suben desmesuradamente el precio del gasóleo y el de los fertilizantes y «la próxima sementera se verá directamente condicionada por estos incrementos».

Por último, la sectorial del cereal en Asaja hace hincapié en la necesidad de dar solución al problema generado por la prohibición de la quema de los restos de cosecha. Los agricultores piden sensibilidad a la Administración, ya que «esta práctica es una herramienta con la que siempre ha contado el agricultor y que le ha facilitado el control de plagas y malas hierbas». Un año más se ha demostrado que «la eficacia de las materias activas que van quedando en el mercado cada vez es menor, por lo que la quema resulta cada vez más necesaria y constituye una herramienta útil para el agricultor».