Como señala el dicho, la ciencia avanza una barbaridad. En las últimas décadas esa evolución científica ha ido de la mano del desarrollo de nuevas tecnologías y de sistemas de digitalización cuyos campos de aplicación son casi infinitos, porque lo que en un principio estaba pensado para un uso determinado con el tiempo acaba siendo un recurso para un fin insospechado.

En este sentido, y como ejemplo, la ganadería se ha visto beneficiada de un invento como el GPS (Sistema de Posicionamiento Global, en sus siglas en inglés), que en principio nació como una tecnología de navegación y que hoy tiene muchas más aplicaciones.

Francisco Maroto, del departamento de Producción Animal de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (Etsiam) de la Universidad de Córdoba, forma parte del grupo de investigación AGR-128, Ingeniería de Sistemas de Producción-Agro Ganaderos, y desde hace cerca de una década trabajan e investigan en la monitorización del sector ganadero. Esta línea de investigación surgió, según explica, «como una forma de intentar aumentar la eficiencia de la producción ganadera, que sea más amigable con el medio ambiente» y que suponga una «mejora del bienestar animal».

Para ello han desarrollado distintas aplicaciones que permiten el control y seguimiento de las distintas ganaderías, porque «no tiene nada que ver monitorizar, por ejemplo, un cerdo blanco en intensivo que una oveja en extensivo».

Maroto explica que uno de los principales problemas que presenta la monitorización en las ganaderías extensivas es «saber qué hacen los animales cuando tú no los están observando». Por ello, el grupo de investigación trabaja con distintos sensores, como el GPS, que permiten localizar en todo momento a los rebaños o cabañas y que ofrecen datos como la posición exacta en el terreno, una información muy relevante, sobre todo para quienes poseen fincas muy grandes y tienen que hacer grandes desplazamientos para saber en qué lugar se encuentran sus animales.

Lo que ocurre, indica el investigador, es que «una vez que tú tomas la posición de los animales, aunque sea para esto como objetivo primario, ya empiezas a caracterizar el comportamiento del animal». Así se obtiene otra información, como saber a qué partes de la finca suelen ir, a qué hora, si van solos o por separado, cuestiones todas ellas «que son interesantes desde el punto de vista científico y para desarrollar nuevas aplicaciones para los ganaderos».

Traslado de ovejas en Córdoba. La ganadería Las Albaidas utiliza GPS para la gestión de su ganadería. SÁNCHEZ MORENO

De ahí que una de las líneas de trabajo que están llevando a cabo, «más en vacuno que en ovino», es «detectar los partos en función de los datos que nos mandan los dispositivos GPS, porque sabemos que cuando una vaca va a parir en el campo, normalmente, se aleja de las compañeras». Y es que se pueden conseguir datos como la distancia entre una vaca y todas las demás.

Otra cuestión sobre la que también se está investigando es el uso que hacen los animales del territorio, porque «tienen querencias» y no transitan por igual en todas las zonas. Así, se puede controlar si van o no a lugares de umbría, si evitan las pendientes porque no se sienten seguros, si buscan espacios con «confort térmico» o cercanos al agua... De esta manera, indica, se puede estudiar qué zonas son más utilizadas y por qué, lo que «tiene una repercusión en cómo el propietario usa la finca» y ayuda a la gestión de los recursos. Así, por ejemplo, puede colocar un bebedero en una zona a la que no suelen acudir para aprovechar todo el terreno.

Desde el punto de vista de la investigación, comenta Maroto, los dispositivos de localización del ganado permiten cuantificar este comportamiento y ver qué porcentaje de la ganadera tiene determinados comportamientos, lo que ayuda a tomar «medidas correctoras, cuantitativas también, y a mejorar la eficiencia de la ganadería en su conjunto».

Por otro lado, Francisco Maroto resalta que «nos dimos cuenta de que esta información sobre la ganadería extensiva que estábamos recopilando podía ser valiosa para valorizar estos productos en un mercado exigente», dado que «la ganadería extensiva tiene una serie de atributos que son valorados por determinados grupos de consumidores», y con los datos que obtenemos «se puede demostrar objetivamente» que las prácticas del extensivo, como la cría en libertad, se están llevando a cabo.

Con todo, Francisco Maroto considera que «Córdoba se ha posicionado bien en España en cuanto a la digitalización del agro porque la Etsiam ha apostado mucho por esta línea de desarrollo de la escuela» como parte del futuro del sector.

Como ejemplos de la puesta en práctica de estas líneas de investigación en Córdoba figura la explotación Las Albaidas, dedicada a la cría de oveja de raza merina en sistema extensivo y trashumante. Su responsable, Felipe Molina, es uno de los que utiliza la monitorización con GPS de su cabaña. «Con ello -subraya- conseguimos certificar que mis animales no están en una granja encerrados, sino en el campo», o matices como la trazabilidad, es decir, ofrecer a los compradores datos como la fecha de cría de los corderos y la fecha en la que se han puesto en venta. «Pero hemos ido más allá», indica, porque «hemos monitorizado el transporte» para que sea un viaje recto al matadero y evite, por ejemplo, que los animales estén expuestos a cambios bruscos de temperatura porque eso «influye en la carne» que sale a la venta.