El tomate de Alcolea está criado al aire libre y sin prisas. Así lo explica Antonio Carmona, un agricultor de los pocos que van quedando en la barriada de Alcolea. A pesar de que lleva allí «toda la vida», aún no acaba de saber a qué se debe la excelente calidad de los tomates que se crían en esta zona: «No sé si es por la tierra o algún ecosistema especial que pueda haber, pero lo cierto es que la gente se los rifa (los tomates)». Él cuenta con más de una hectárea de terreno de huerta que cultiva a lo largo de todo el año y en la que los tomates ocupan buena parte del sembrado, pero no todo, «porque no solo de tomate vive el hombre», afirma entre risas. Intentando entender el porqué de la buena cría de estos frutos, apunta que «yo vivo en Adamuz y he intentado sacarlos allí pero no soy capaz, se ponen muy feos y acaban por no servir para consumo, y menos venta».

Ahondando en las características de estos tomates, que destacan, sobre todo, por su sabor, carnosidad y piel muy fina, Antonio Carmona aclara una cuestión sobre su color, «no es rosa sino que tiende a tonalidades un poco más vivas, de rojo a anaranjado» y es que bastantes veces «se asimilan los rosados a los de Alcolea y no son lo mismo». El hecho de que cada vez haya menos productores por la zona, donde las huertas han ido desapareciendo en favor de parcelas, hace que las cosechas no sean abundantes, a lo que Carmona señala que «los tomates de Alcolea no llegan a Córdoba porque la gente viene aquí a comprarlos directamente y los que salen son poca cantidad en relación a la gran demanda que tienen».

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Tomate rosa de Alcolea, la joya de la huerta cordobesa A.J.González

Alta demanda

En localidades de la provincia como Cabra, Puente Genil, Montilla, Aguilar de la Frontera o Fuente Palmera se empezaron a cultivar tomates de esta variedad. Tal y como explica Pepe Castro, de la empresa Frutas Hermanos Castro, mayorista de frutas y hortalizas de Mercacórdoba, «la demanda de este producto ha ido creciendo en el tiempo y hoy día la gente lo conoce bien y lo compra mucho». Esto hizo que agricultores de otras zonas fuera de Alcolea, viendo el potencial del producto en el mercado, se lanzasen a criarlo. «Eso no tiene mayor dificultad porque coges las semillas y siembras» pero, «aunque la calidad de estos tomates es también buenísima, por alguna razón no son exactamente iguales a los alcoleanos», confiesa. Pero, además de por sus características organolépticas, esta variedad se diferencia por su precio, que «puede costar hasta el doble de un tomate normal, aunque, al ampliarse la oferta con estos productores de la provincia, el precio ha tendido a equilibrarse», asegura Pepe Castro. Al tratarse de un tomate de verano, se da la circunstancia de que las características climatológicas de la provincia hacen propicia su siembra. Casi todos los agricultores saben producirlo, aunque por sus particularidades cuesta más trabajo criarlo y da menos kilos, «pero su plus es que se cotiza al alza», indica Castro. Si alguien está pensando en cultivar sus propios tomates de Alcolea tiene que saber que es una labor difícil a no ser que seas un profesional «porque, aunque siembres la planta y se ponga muy grande, como no le eches sus productos en su momento adecuado, lo que acabas teniendo es una mata salvaje que no da producción», advierte el mayorista de Frutas Castro

Para José Valverde, de Frutas Valverde Córdoba, mayorista de frutas y hortalizas y especialista en cuarta gama de elaboración propia, «el problema es que hay más demanda que oferta porque es un producto que tiene mucha fama por su sabor a tomate de toda la vida, a tomate de antes». En una sociedad de tendencias desleídas, el gusto por lo tradicional cobra fuerza. «Yo creo que es una cuestión de relevo generacional, se han ido jubilando los agricultores y no han tenido quienes les sustituyan en esa cría tan artesana», reflexiona. De hecho, asegura que a él solo le quedan dos productores de tomates en la zona de Alcolea, «llega muy poquito y se vende volando». En cuanto a los que se cultivan en el resto de la provincia, José Valverde concreta que los de Castro del Río son los que más se asemejan a los originales. El resto son «más vistosos, porque los de Alcolea son feos en el sentido de que no son homogéneos en el tamaño, y de calidad excepcional también».  

El profesor Rafael Moreno Rojas, director del departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la UCO, señala que antiguamente había tomates de muy similares características en la Vega del Guadalquivir. «Este tipo de tomates tradicionales han salido fuera del circuito comercial; hace diez o quince años estaban casi perdidos», subraya. Las tendencias en el mercado viraron hacia frutos más homogéneos, de menor tamaño, color más intenso, piel más dura que los hacía más resistentes al transporte, lo que lleva a que en muchos casos «ha primado el aspecto frente al sabor o al aroma». En este sentido, destaca Moreno Rojas que el de Alcolea «es un tomate menos industrializado». A juicio del profesor, desde que la sociedad ha intentado rescatar el producto tradicional, y hay mayor querencia por lo sostenible y lo cercano, «este producto empieza a cobrar protagonismo, además de por esos conceptos mencionados, porque priman en él unos elementos fundamentales como son el sabor y el aroma», cosa que en los tomates más comerciales quizá se haya descuidado «un poco más» por considerar más importante que tuviesen un peso determinado para poderlos envasar en barquetas preformadas. Para Moreno no hay duda, «cuando las personas mayores dicen, esto sí sabe a tomate, estamos hablando perfectamente de tomate de Alcolea, del sabor tradicional».