En el sector de la agroindustria la competencia es fuerte, sobre todo en la cuenca mediterránea, donde los climas son muy parecidos y las producciones agrarias también. La competencia entre precios y fechas de cosecha hace que haya que volcarse en aspectos como la calidad, la innovación o la anticipación, además de en una buena estrategia de marketing y comercialización para salir airoso. Más aún cuando los precios viven en una continua montaña rusa, en la que predominan más las caídas que las remontadas. Entre todos esos productos quizás el que más retos se encuentra permanentemente es el aceite de oliva, que, además, es el más cotizado de toda la bolsa de productos que España y especialmente Córdoba, pone en el mercado. 

En un terreno tan competitivo a nivel internacional, ver que una página web como la de la Denominación de Origen de Aceites de Priego incluye un apartado en el que se recoge que tienen recocidos 2.500 premios (cifra no actualizada porque la realidad es que son 2.610) desde su puesta en funcionamiento hace 25 años deja claro de qué tipo de producto estamos hablando. En Córdoba hay otras denominaciones de origen con productos de excelente calidad pero ninguna ha llegado a los niveles que en terminología futbolística se podrían calificar como de Champions League. Es decir, donde compiten los mejores del mundo.

Parte del palmarés

Por nombrar solo algunos de los que se han recibido en lo que va de año, podemos hablar de Expoliva, los Premios Mezquita (entregados el pasado viernes), Evooleum, Ecotrama, los Premios Diputación de Córdoba, Alimentos de España, el Consejo Oleícola Internacional, los premios Cinve, los Easo Awards, a los que hay que unir reconocimientos internacionales de París, Italia, Portugal o Argentina. En todos estos certámenes se premia la calidad, una calidad que viene facilitada, pero no garantizada, por la materia prima de origen, es decir, el fruto que se cosecha. Pero, el fruto por sí solo no da la distinción, como deja meridianamente claro Brígida Jiménez, directora del centro el Ifapa de Cabra y catadora en los más importantes concursos de aceites, quien explica que detrás (o antes) de los premios obtenidos, sobre todo por la cooperativa Almazaras de la Subbética, que es la que encabeza ese prestigioso ránking, hay un largo y estudiado proceso de trabajo en el que la investigación, la trazabilidad, la innovación y, sobre todo, la complicidad de los cooperativistas es fundamental.

Explica Jiménez que esta entidad tiene un procedimiento de trabajo «muy estructurado en cada escalón, desde los agricultores hasta los técnicos, y han sido capaces de transmitir una conciencia social que ha sabido implicar a un territorio completo en la lucha por la calidad y algo que es muy importante se ha conseguido romper con los individualismos».

Detrás de esta estrategia hay un equipo liderado por Francisco Serrano, continúa la catadora, que señala que es difícil conseguir esa cohesión en una entidad de 4.600 socios, que han entendido que hay que saber ir decantando la producción, según el tipo de aceite para la que va dedicada. Además, está perfectamente organizado el sistema de control de plagas o de las circunstancias por las que atraviesa cada olivar. El fruto es sometido a un control de trazabilidad riguroso que define su destino desde el origen, desde el olivo hasta especificar a qué zona del patio de molturación ha de ir para que la calidad final se corresponda con el tipo de aceite que se persigue. Luego llega a la almazara, donde el control es también exquisito para no dejar nada al azar, con un equipo de selección por calidades para lograr en cada caso exactamente lo que se persigue. Y eso es lo que hace posible, sigue explicando Brígida Jiménez, no solo que se consigan esos premios, sino también que el aceite de la comarca de Priego (Fuente Tójar, Almedinilla, Carcabuey y Priego) se pueda vender a un precio algo más alto que el de otras zonas.

Un terreno especial

La explicación que dan a este amplísimo palmarés desde el Consejo Regulador de la Denominación se centra más en las características del terreno, del olivo y de sus orígenes. Paqui García, la gerente de la entidad, señala que lo que más influye en esa calidad final del aceite de oliva virgen extra de la comarca de Priego es «principalmente el entorno, nos encontramos en un Parque Natural situado a una altitud de más de 1.000 metros, donde la climatología es algo distinta, con menos horas de luz solar, que hace que la aceituna madure más lentamente». Junto a ello, explica García, hay que señalar el tipo de aceituna mayoritaria, que es la picuda, «una variedad centenaria y hasta milenaria», añade. «Todo ello le da unas características sensoriales distintas», pero indica que, además de todo ello, está «el buen hacer de los agricultores y las almazaras», a los que se prima por lograr una cosecha temprana (se ha conseguido adelantar la primera recolección casi un mes y medio) y un procedimiento de recolección adecuado. 

Para la DO de Priego, conseguir tal volumen de premios, además de ofrecer un prestigio y un reconocimiento al enorme trabajo realizado, a la gran inversión acometida para actualizar las instalaciones y en investigación, es una excelente herramienta de promoción, que es otra de las actividades en las que se centra el consejo regulador, además de informar a los productores de cuantos concursos hay, así como de ayudarles con asesoramiento profesional para que el resultado final sea el deseado. Así, con el esfuerzo de todos los integrantes y remando todos en la misma dirección es como la de Priego ha conseguido ser la denominación de origen más premiada del mundo por la calidad de sus aceites.