La pandemia ha dejado durante el último año en el dique seco a numerosas pruebas deportivas que discurren por el medio natural. Se puede decir que antes de la irrupción del coronavirus y en el último lustro la celebración de las mismas ha aumentado casi de forma exponencial. Aquello que era reservado para grandes pruebas superaron el centenar. Destacan entre todas las celebradas en la sierra de Córdoba capital y su entorno más cercano.

Son carreras de bicicletas de montaña, carreras y pruebas de resistencia a pie, trial, motos todoterreno y rallyes en carretera y pistas de tierra principalmente. Estas actividades son consideradas con lógica por los ayuntamientos como una fuente de diversidad económica y directamente organizan o colaboran con clubes locales.

Bien organizadas no sólo repercuten económicamente de forma positiva en los municipios, sino que también sirven para que los ciudadanos practiquen sus deportes favoritos y sus familiares disfruten de los ricos paisajes y valores naturales por donde discurren. La clave de una buena organización está en elegir un recorrido que no atraviese zonas sensibles y después de la prueba quede todo prácticamente como si no se hubiese celebrado.

La elección de un buen recorrido que incluya caminos, vías pecuarias y sendas que lleven muchos años realizadas ayudarán a la sostenibilidad de la prueba. Y aquí es donde está el principal problema, una sola visita a la sierra de Córdoba u otros lugares de la provincia puede mostrarnos que se han abierto con el paso de las bicicletas, principalmente, numerosas sendas que hace diez años no existían. Se ha podido comprobar que algunos clubes ciclistas han quedado para abrir nuevas vías e incluso algunos organizadores de pruebas también han dispuesto de esta artimaña para variar el recorrido de un año para otro. El medio natural que no tiene una custodia adecuada está siendo literalmente cosido por sendas realizadas por las motos o las bicicletas de montaña, a las que después se unen los senderistas y los corredores.

El medio natural cumple muchas funciones como es el mantenimiento de los procesos naturales, la biodiversidad, el paisaje y la producción de recursos naturales, y un lugar de ocio, recreo y deporte entre otros. Europarc-España publicó un manual en 2016, Guía de buenas prácticas para el desarrollo de carreras por montaña en espacios naturales protegidos, extensible a cualquier prueba y su esquema conceptual es aplicable a todo tipo de deporte. Ha sido realizada con la participación de expertos gestores de espacios naturales protegidos de España y de la Federación de Deportes de Montaña y Escalada. Solo unas cifras para dimensionar la magnitud del problema: el número de actividades colectivas y organizadas que transcurre por espacios naturales protegidos, en las que los participantes van a pie y por un itinerario fijado por la organización (caminatas, marchas, maratones, cross, triatlón/ duatlón de montaña) supera las 1.100 y la cifra de participantes en estos eventos supera los 246.000. Si tenemos en cuenta que las carreras a pie suponen como mucho el treinta por ciento, las cifras aumentan ostensiblemente. En Córdoba en el último año previo a la pandemia se organizaron unas 100 pruebas deportivas y con una estimación a la baja puede haber movido de 30.000 a 40.000 deportistas, a los que hay que añadir al público observador.

Los impactos que generan estas pruebas pueden ser muy variados y hay que tener en cuenta factores como la frecuencia de uso al año, tipo de actividad, grado de conciencia de los participantes y público observador, características del medio, entre otras. Los impactos que se generen van a tener que ver con la conservación de la flora y la fauna y, cómo no, el soporte fundamental de todo, el suelo, sin contar la generación de residuos.

Los organizadores de pruebas deportivas no deben pecar de este mal y colaborar con la administración en mantener unos recorridos adecuados y proponer los que estén muy consolidados y de acuerdo con la propiedad. En un día pueden pasar cientos o miles de deportistas que marcarán el futuro del recorrido los 364 días restantes, porque una vez expuesto al público, se seguirá pasando, consolidando y aumentando los impactos. Por ello la Administración no debe dudar en no autorizar una prueba, cuando se verifique que los impactos son incompatibles con la conservación de los recursos y teniendo una visión sistémica y prospectiva.

(*) Biólogo