Al pasear por Córdoba es cada vez más común oír las algarabías de unas aves de color verde que suelen moverse en grupos, las cotorras argentinas y de Kramer, incluidas en el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras. Especies no nativas, que han sido introducidas por la mano del hombre de forma voluntaria o involuntaria, se han naturalizado de forma efectiva, sus poblaciones se mantienen y reproducen por sus propios medios, son capaces de propagarse a distancias y ritmos considerables desde su población inicial, todo ello independientemente si interfieren de manera apreciable y negativa en los ecosistemas o intereses del ser humano.

La cotorra de Kramer fue detectada a finales del siglo pasado en el entorno del Jardín Botánico donde estableció un dormidero. También se le puede observar en el entorno del arroyo Rabanales y en los jardines de Orive. El biólogo Diego Peinazo estimaba hace poco tiempo una población de 50-60 ejemplares. Es una especie granívora, aunque también consume frutos, néctar, hojas y flores y puede a llegar a ser una plaga en los cultivos. Cría en huecos de árboles y otras oquedades de edificios o similares. Generalmente se mueven en pequeños grupos de hasta 15 ejemplares, pero pueden llegar a congregarse por cientos o miles en las zonas de alimentación o en los posaderos cuando aumenta su población. Atacan a especies de mayor tamaño como las grajillas, rapaces como el águila calzada, rapaces nocturnas, e incluso a los nóctulos (murciélagos de gran tamaño) y a cernícalos primillas que ocupan sus lugares de nidificación.

Los doctores Tella y Carrete han estudiado el problema en Sevilla y han encontrado que ha expulsado al nóctulo. En menos de diez años se redujeron los arboles ocupados por él en un 37%. Las cotorras de Kramer los ocupan o están muy próximas. Han recopilado todas las metodologías de control y han encontrado que la mejor opción es erradicarlas cuando aún son pequeñas poblaciones como el caso de Córdoba. De todos los métodos ensayados y conocidos, la medida más eficaz es la utilización de carabinas de aire comprimido, el resto es aplazar el problema indefinidamente por la capacidad de recuperación que tiene esta especie.

Percepción

El investigador Álvaro Luna de la Estación Biológica de Doñana ha evaluado la percepción de las personas sobre la presencia de especies invasoras en el entorno urbano. Ha encontrado que la sociedad ve peor la presencia de la cotorra de Kramer cuanto más abundante se vuelve. La cotorra argentina es un huésped más reciente, fácilmente observable en el entorno de la Glorieta de Cruz Roja y en levante. Esta especie es muy gregaria y forma comunidades de hasta 100 individuos. Construye grandes nidos coloniales con fibras vegetales en los árboles de la ciudad, teniendo predilección por las palmeras. En estos siempre suele haber ejemplares centinelas para vigilar y prevenir ataques de depredadores. Fuera de la época de reproducción también los utiliza como dormideros.

Desplazan a otras especies por competencia y depredación de nidos, pueden provocar daños a cultivos, principalmente de árboles frutales, depredan huevos de especies más pequeñas como el mirlo y los desplaza, genera pérdidas a las empresas eléctricas por daños en el equipamiento, cortes de energía con sus nidos, etc., así como un riesgo para la seguridad pública. Ambas especies provocan un impacto sanitario al ser vectores de propagación de enfermedades infecto-contagiosas respiratorias, transmisibles para la fauna o ser humano (psitacosis, gripe aviar y salmonelosis). . Andalucía puso en marcha en el año 2004 un programa ambicioso de Control de Especies Exóticas Invasoras que es el momento de activar.

(*) Biólogo