El olivo «no es un árbol, al final es la economía de nuestro pueblo, es el empleo, el paisaje, el mantenimiento del patrimonio, el turismo, la gastronomía, está todo ligado al olivar» y que permite la existencia de las propias poblaciones que viven de su fruto. La presidenta de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) y alcaldesa de Montoro, Ana María Romero, hace una apuesta decidida por la protección del olivar tradicional, que fija la población al territorio, especialmente el de sierra, «porque si no hay pueblos que van a desaparecer».

En una conversación con Efe sobre el papel de AEMO, que agrupa a 139 ayuntamientos y diputaciones, Romero señaló que cuando se está hablado de la España vaciada, «mucha Andalucía no se ha quedado vaciada por el olivar», en al que cree que es una cuestión «que sigue siendo genético, sentimental». «A alguien le dejan un estanco en un pueblo y no te salen las cuentas y a los tres meses lo vendes -afirma-. Te dejan un olivar y dices 'cómo voy a vender los olivos del sudor de mis padres', es como algo sentimental que le ha costado tanto a los mayores poder tener olivos que solo tenían los grandes terratenientes».

Por ello, la presidenta de AEMO defiende que «hay lugares donde, o se le da una ayuda adicional o no es rentable», por lo que entiende que la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea «lo tiene que volver a mirar».

Por ejemplo, en el término municipal en el que es alcaldesa, «aparte de ser de sierra», hay olivares «donde todavía hay que entrar con mulas porque la pendiente es tan alta que no puede entrar un tractor, ahí la mano de obra es carísima». Los datos que maneja la asociación que preside son esclarecedores. El 70 por ciento del olivar mundial es tradicional, y en el caso de España se eleva al 75 por ciento y tiene un precio medio de 2,25 euros por kilo en los últimos diez años frente a un coste de entre 2,64 si se trata de olivar tradicional dependiente moderada y 3,52 si es de alta pendiente, en ambos casos en secano.

En todo caso, enfatiza Ana María Romero, «tenemos a casi todo el olivar tradicional español en pérdidas», aunque «al intensivo y al súper intensivo sí le están saliendo un poco las cuentas, el de regadío, incluso el intensivo de secano sí es rentable, pero si entramos ya en el tradicional de riego o los tradicionales de montaña están todos fuera de la rentabilidad».

Por ello, aboga por apoyar los cultivos que están bajo costes tras «37 meses en caída libre» de los precios, algo que «no ha pasado nunca en la vida», aunque en ese periodo haya habido picos de subida, y en un año en el que «se nos han unido tres cuestiones, una crisis de precios, una crisis sanitaria y una crisis económica».