Las Dunas de Maspalomas (Gran Canaria), la playa de Las Teresitas (Tenerife), la costa de la península de Jandía (Fuerteventura) y las Salinas del Río (Lanzarote) han sido utilizadas en Canarias, durante cinco décadas, como reclamo turístico, un sector que genera más del 40% del empleo del archipiélago y el 35% de su PIB. Pero todos esos parajes idílicos pueden desaparecer en 30 años -según un estudio de Climate Central- por el aumento del nivel del mar.

Este problema medioambiental, además de generar un doble reto -natural e industrial-, no solo arrasará las mejores playas -entre las que se encuentran las de Maspalomas, El Inglés, Famara, El Cotillo, Sotavento, Corralejo, parte de Las Canteras, Veneguera, Benijo, Valle Gran Rey y Nogales-, también proyecta un futuro apocalíptico para las urbes.

Las Palmas de Gran Canaria, la más poblada (casi 400.000 habitantes) y que ha moldeado su aspecto durante el último siglo ganando terreno sobre el Atlántico para expandirse, encara retos mayúsculos frente al empuje del océano: el puerto de la Luz quedará anegado si no se revierten las previsiones sobre el aumento del nivel del mar, al igual que la avenida Marítima y símbolos tan famosos como el auditorio Alfredo Kraus y el acuario del Poema del Mar.

En Gran Canaria están amenazadas instalaciones estratégicas: la potabilizadora de Jinámar, el aeropuerto de Gando y la central eléctrica de Juan Grande. En La Palma, sus dos puertos principales (Santa Cruz de La Palma y Tazacorte), acabarán engullidos por el Atlántico. Y La Gomera puede perder los muelles de Valle Gran Rey y Playa Santiago.

Especies en peligro

La crisis climática intimida además a la fauna y la flora que han convertido Canarias en un reducto para su subsistencia. Así, el cambio de la temperatura del mar acorrala al angelote, un pequeño tiburón en peligro de extinción, que se topa con más depredadores y destruye sebadales, praderas submarinas en las que crecen peces como la vieja, la breca y el salmonete. Y las previsiones anticipan que, antes de fin de siglo, una de las plantas endémicas de las islas, el Limonium ovalifolium canariensis, habrá desaparecido por el aumento del nivel del aguas (se encuentra en la playa de La Concha del Islote de Lobos).