Las múltiples políticas e iniciativas que tiene previsto desarrollar el Ayuntamiento de Córdoba contra el cambio climático se concentran en el Plan Local de Adaptación al Cambio Climático de Córdoba, cuya elaboración terminó a mediados del 2018 con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, según informa la Delegación de Sostenibilidad y Medio Ambiente del Ayuntamiento. Un plan pendiente aún de aprobación definitiva por el que se han redactado tres documentos que se encuentran a disposición pública en la web municipal, y que abordan un diagnóstico de los distintos escenarios climáticos y amenazas, de las vulnerabilidades y de las posibles medidas de actuación, con diversas propuestas.

No obstante, el propio plan recuerda que «muchas medidas sobrepasan el ámbito administrativo e implican cambios en comportamientos o conductas que se encuentran arraigadas en la ciudadanía».

En el primero de los tres citados documentos se presentan y analizan los posibles escenarios climáticos y amenazas para la ciudad. Por lo que respecta a la variación del clima, se hace una previsión para cada estación del año tanto para el 2030 como para el 2050, donde, entre otros valores, se estima que dentro de 30 años las temperaturas máximas subirán en verano 2,7 grados, y las mínimas 1,8 grados en verano y otoño, y habrá hasta 25 noches cálidas más al año. Respecto a las precipitaciones, en la primavera del 2050 serán hasta un 8% menores, y el número de días de lluvia bajará un 5%.

A la ciudad de Córdoba le corresponde el denominado grupo bioclimático A3, propio del clima mediterráneo subcontinental de veranos cálidos que se extiende por el valle medio del Guadalquivir. Este tipo de clima se caracteriza por presentar temperaturas medias anuales elevadas y veranos muy cálidos junto con los inviernos frescos con heladas ocasionales.

Además del citado incremento de las temperaturas y descenso de las lluvias, entre los principales hitos climáticos que sufrirá Córdoba entre el 2030 y el 2050 está el «potencial incremento de la evapotranspiración, evaporación, déficit hídrico y sequías consecuentemente en un área ya de por sí afectada en la actualidad», y la estacionalidad más marcada con otoños y primaveras más cortos.

En cuanto a las amenazas, y en lo concerniente al medio urbano, se señalan los efectos negativos para el turismo, las infraestructuras verdes y el consumo energético y de agua.

En segundo lugar, este plan local lleva a cabo un análisis de vulnerabilidades a partir del estudio de los riesgos actuales y previstos. Así, se concluye que Córdoba y su población «posee un entorno con vulnerabilidad media-alta frente a las amenazas climáticas principales debido al ascenso de las temperaturas y las sequías, así como eventos extremos de precipitaciones súbitas».

Las zonas verdes cordobesas también deberán adaptarse a los cambios. Foto: A.J. GONZÁLEZ

Entre otros parámetros, se analiza la sensibilidad de la ciudad a las inundaciones, donde los distritos más expuestos a potenciales inundaciones severas son principalmente el distrito Sur y Sureste, afectando en menor grado al distrito de Poniente Sur, mientras que el resto de zonas tendrían un riesgo menor.

Por último, y en el diseño de una propuesta de actuaciones, se plantean cinco objetivos estratégicos: llevar a cabo una gestión municipal vinculada a la adaptación al cambio climático, diseñar una ciudad «amable» que implique mejora de la calidad de vida para la ciudadanía a la vez que un atractivo para el visitante, adaptar a las personas, impulsar una economía circular, e iniciar el cambio para que Córdoba sea «una ciudad en transición» hacia los nuevos parámetros climáticos previstos.

Para alcanzar estos objetivos, se establecen varias líneas de actuación, entre ellas, sensibilizar a la ciudadanía en relación con los riesgos asociados al cambio climático, incluir criterios climáticos en las contrataciones del Ayuntamiento y adecuar las viviendas y edificios a los efectos del clima.

En definitiva, un plan ambicioso que se aborda desde la doble vía de actuación en las ciudades que señalan los expertos: la mitigación, o reducción de gases de efecto invernadero, y la adaptación a los efectos ya ineludibles (e irreversibles) del cambio climático.