No hace falta irse a la Antártida para observar la gravedad de las heridas que la crisis climática está dejando sobre el planeta. En España, el aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar y las embravecidas condiciones meteorológicas dejan rastro en diferentes zonas del territorio. Mientras algunos lugares como el delta del Ebro se ahogan por la irrupción del mar, otros como Extremadura se asfixian por la sequía.

El aumento del nivel del mar intimida a las zonas costeras. En el presente, comiendo terreno a las playas y a los deltas. En el futuro, amenazando con inundar las ciudades isleñas situadas a menor altitud.

Las lluvias torrenciales, que antes solo se presentaban una vez cada 10 años, alcanzan la Península de forma cada vez más habitual haciendo estragos en unos territorios que no están preparados para estos escenarios meteorológicos extremos. Paralelamente, el riesgo de desertificación avanza desde el Mediterráneo hacia el interior.

De seguir así, el 75% de la Península puede convertirse en un desierto antes de acabar el siglo XXI, así lo temen los expertos. Las olas de calor se ceban con las grandes ciudades. La aridez del terreno crea el escenario idóneo para unos incendios cada vez más frecuentes y voraces. Y las reservas de hielo se agotan.

ALERTAS DE LA FAO Y LA OMS / La comunidad científica lleva décadas alertando de la situación. Un reciente informe sobre el riesgo medioambiental al que se expone la cuenca del Mediterráneo destaca que esta zona concreta se encuentra entre las más vulnerables del planeta. De hecho, aquí el calentamiento global avanza hasta un 20% más rápidamente que la media. Este fenómeno de alcance global se materializa a pequeña escala poniendo en riesgo los recursos naturales de cada territorio.

Muchas especies de animales y vegetales han quedado expuestas al peligro de un ecosistema inestable y cambiante. Algunas migrarán hacia el norte en busca de frío. Otras, incapaces de adaptarse a los cambios, desaparecerán definitivamente. La supervivencia de los cultivos también se tambalea ante una biosfera cambiante. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte de que todos estos cambios sobre el medioambiente ponen en riesgo la seguridad alimentaria. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que podrían favorecer el surgimiento de nuevas y peligrosas enfermedades.

España, por ejemplo, es cada vez más cálida, así que no se puede descartar que nuestro territorio se vea amenazado por dolencias tropicales.