16 de marzo del 2016. Diario CORDOBA da cuenta del nombramiento por el Papa, Juan Pablo II, de Francisco Javier Martínez como obispo de Córdoba, una decisión que se comunicó formalmente en Madrid el día 15 y que ponía fin a la larga etapa de José Antonio Infantes Florido, que había presentado su renuncia, como es preceptivo al alcanzar los 75 años. Córdoba esperaba desde hacía más de un año el nombramiento del nuevo sucesor de la silla de Osio. Se trató de una de las sucesiones al frente de la Iglesia de Córdoba, siempre marcadas por el carácter del obispo designado, y que bien conoce el periodista, escritor, sacerdote y canónigo Antonio Gil, durante largo tiempo responsable de medios de comunicación del Obispado, exsubdirector de CORDOBA y en buena parte cronista del mandato de 7 obispos.

Respecto a aquel momento de la Iglesia de Córdoba, Gil afirma que "se vivió con la serenidad de los relevos anunciados ". De José Antonio Infantes Florido, recuerda que "en una primera etapa se trajo de Sevilla el Seminario de San Pelagio, ya que durante unos años los seminaristas cordobeses vivían y se formaban en la capital hispalense. Fue, sin duda, uno de sus grandes retos. Asimismo, impulsó los arciprestazgos y unificó el Cabildo Catedral, eliminando la figura del sacerdote beneficiado e incorporándolo. También escribió numerosas cartas pastorales, con un estilo directo y abordando con realismo los problemas de la sociedad; creó el primer periódico de información religiosa de nuestra comunidad autónoma, Iglesia en Andalucía , y fue en todo momento, un hombre de diálogo. De hecho, presidió muchos años la Comisión de Ecumenismo, de la Conferencia Episcopal Española", resume Antonio Gil.

"En una segunda etapa, a finales de los ochenta y en los noventa, se dedicó especialmente a un contacto mucho más cercano con sus sacerdotes". Poco tiempo después, Infantes Florido se trasladó a Sevilla, con su familia, donde pasó los últimos años de su vida. Como obispo emérito mantuvo solo esporádicas visitas a su antigua diócesis", según sintetiza el canónigo y periodista Antonio Gil.