Esta salsa, bastante mediterránea por cierto, es propia para los garbanzos, cuando en el cocido -puchero- se respetan los tres vuelcos, es decir, el caldo con los fideos o las rebanadillas de pan, los garbanzos con las verduras y hortalizas, y las carnes. Así que para introducir alguna variante o animar el segundo vuelco, es lógico buscar alguna salsita. En mi casa ya no se hace, porque unimos el primer y segundo vuelcos, pero es un recuerdo de la niñez, que se me hizo presente hace unos días por una cuestión que no viene al caso, que actuó como detonante.

Ponemos dos tomates maduros a hervir en el puchero o aparte, en su caldo, durante cuatro o cinco minutos. Los sacamos y dejamos enfriar. Mientras, majamos en el mortero un diente de ajo y un buen pellizco de cominos, con un poco de sal gorda. Con esto bien triturado, incorporamos los tomates, seguimos majando -con la batidora no tiene ni chispa de gracia- y añadimos al final aceite de oliva y vinagre al gusto.