El 14 de febrero de 1990 se hizo algo fascinante. Tras muchos años insistiendo, el famoso astrofísico y divulgador científico estadounidense Carl Sagan consiguió convencer a la NASA para que la sonda Voyager 1, a unos 6000 millones de kilómetros de distancia, tomase una serie de fotografías únicas. Voyager 1 estaba en una posición privilegiada. Tras su paso cercano por el planeta Saturno en 1980 fue desviada a una órbita polar para sobrevolar el intrigante gran satélite Titán, alejándose del Sistema Solar «por arriba» del plano donde se mueven los planetas. Prácticamente el resto de sondas espaciales se mueven dentro del plano donde están los planetas, por lo que Voyager 1 tenía una visión única de nuestro sistema planetario. No obstante, algunos ingenieros de NASA temían que la nave pudiera sufrir daños al mirar directamente al sol, por eso Carl Sagan necesitó casi una década para convencer a todos de que esas fotografías valían la pena.

En esa fecha, Voyager 1 giró sus cámaras por última vez al Sistema Solar. Tras tomar 60 fotografías independientes en tres filtros distintos hizo un mosaico de nuestro sistema planetario. En él se encuentran el Sol, los cuatro planetas de gas Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, y también los planetas terrestres Venus y la Tierra. Marte y Mercurio eran demasiado débiles para poder verse con las cámaras de Voyager 1 a esa distancia. Nuestro planeta, la Tierra, aparece como un débil punto azulado, ocupando menos de un píxel de todo el mosaico. Una diminuta mota perdida dentro de un rayo de luz del Sol. De ahí que esta fotografía, que luego ha sido seleccionada entre las 10 más importantes de toda la carrera espacial, reciba el nombre de «Un punto azul pálido».

Carl Sagan fue más allá de los fríos datos y meditó sobre lo que significaba esta imagen. Sus palabras, incluidas en su libro de 1994 Un Punto Azul Pálido, deberían ser de obligada lectura para todos los habitantes de la Tierra:

Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar […]. La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina de este píxel […]. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar […].

Tal vez no hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.