El penúltimo tramo de la Vía Verde del Aceite desde la localidad cordobesa de Puente Genil hasta Jaén comienza en el río Guadajoz, la frontera natural entre ambas provincias en esta zona. Nada más atravesar un magnífico viaducto de 1891 construido para salvar su cauce por la firma francesa Daydé & Pillé, nos adentramos en el antiguo «Santo Reino» por un camino que nos conducirá hasta Martos, considerado como el municipio mayor productor de aceite de oliva de España. Es uno de los trayectos más largos de todo el recorrido, con más de 31 kilómetros.

A poco de iniciar nuestro viaje atravesamos un segundo puente, de 83 metros, el del barranco del Desgarradero, de donde parte un tramo sinuoso y de profundas curvas, aunque de tránsito fácil.

Tras él descubrimos la Reserva Natural de la Laguna Honda y muy cerca de allí la de la Laguna del Chinche. Se trata de las dos zonas húmedas mejor conservadas de Jaén y lugar de residencia de numerosas especies de aves, algunas especialmente protegidas.

Dejamos atrás este espacio natural para atravesar la A-316 en un peligroso cruce de carretera, dado que aún no hay una pasarela para salvar esta vía. Una vez superado, nos dirigimos hacia nuestra primera parada urbana, Alcaudete, una localidad con un rico patrimonio cultural.

Desde la Vía Verde se aprecia el imponente perfil del castillo del siglo XII construido en la parte alta del cerro sobre el que se asienta la localidad, a 713 metros de altitud. Es uno de los mejor restaurados de España y se declaró monumento histórico en la década de los 80.

Las vistas desde allí son espectaculares e invitan al viajero a perder la mirada entre las lomas y sierras de Jaén, de la comarca cordobesa de la Subbética y de la provincia de Granada. Desde aquí el dominio del territorio es absoluto y se entiende por qué este emplazamiento fue clave a lo largo de la Edad Media, primero como fortaleza musulmana y después cristiana, cedida a la orden de Calatrava por Fernando III en el siglo XIV.

Pero Alcaudete tiene más patrimonio que mostrar, como la Iglesia de Santa María la Mayor, un templo gótico de finales del siglo XV y primeros años del XVI, o la Iglesia de San Pedro y el Convento de Santa Clara, también del XVI.

Dejamos atrás esta localidad y a pocos kilómetros nos encontramos con una de las obras de ingeniería civil más destacada de la Vía Verde: el viaducto sobre el Río Víboras, de 224 metros de longitud, que entró en funcionamiento en 1893. Y junto a él descubriremos otra joya, un puente medieval construido para salvar el cauce de este afluente del Guadalquivir.

Un poco más adelante aguardan la estación de Vado Jaén, ya en el término municipal de Martos, recientemente rehabilitada.

Comienza aquí un pequeño ascenso que nos conducirá a otros dos viaductos: el del Arroyo Higueral y el del Salado. Este último es otro de los tesoros arquitectónicos del camino. Se trata de una infraestructura de 208,70 metros de largo, también fabricada en los talleres franceses de Dayde y Pillé, discípulos de Eiffel.

Desde este punto se distingue la Peña de Martos, la seña de identidad de este pueblo, uno de los mayores productores de aceite de oliva del país. Y sobre ella se encuentran los restos de otro castillo, construido por la Orden de Calatrava en el siglo XIV.

El final del trayecto regala al viajero la posibilidad de disfrutar del casco histórico de Martos declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de conjunto histórico-artístico, y en el cada rincón resulta sorprendente.