Diez películas bailando juntos, desde 1935 hasta 1949 y sin tener la menor química personal, Fred Astaire y Ginger Rogers se complementaban a la perfección. Él creaba y ella le seguía. Y las canciones de Irving Berlin, Cole Porter o George Gershwin parecían escritas para ser bailadas. Astaire tuvo otras parejas. Rita Hayworth, también Paulette Goddard y Eleanor Powell, aunque ella prefería ejecutar sola sus espectaculares números de tap dance. Él tampoco parecía necesitar compañía cuando bailaba con un perchero o en el techo y las paredes de su habitación en Bodas reales (1951), con ayuda de una cámara invisible que cambiaba de posición siguiendo sus pasos.

Charisse y sus piernas

Hasta que llegó Cyd Charisse, con sus míticas y flexibles piernas y su 1,71 de estatura. Bastaron unos minutos en Melodías de Broadway 1955 (filmada en 1953) para situar el tema Dancing in the dark (nada que ver con Bruce Springsteen, claro) en la cima del musical americano. Localización: Central Park, recreado en los estudios Metro; los dos vestidos de blanco inmaculado y ella con zapatos planos, para no sobrepasar en altura a su partenaire en los encuadres. Repitieron en La bella de Moscú (1957), la versión musical de Ninotchka. Ella tenía 36 años. Él, 58, y prácticamente no volvió a bailar, aunque ese mismo año Una cara con ángel le emparejó con Audrey Hepburn, que no siempre pudo demostrar su talento como bailarina. Cantaron y bailaron juntos el tema Funny Face en una más de las joyas dirigidas por Stanley Donen, que a sus 92 años quizás haya visto La La Land con una sonrisa impenetrable en sus labios.

El elegante y el acrobático

Astaire-Kelly-Charisse nunca coincidieron los tres, pero Fred -el elegante- y Gene -el acrobático- se marcaron un número antológico en Ziegfeld Follies, mientras Cyd con vestido verde y Gene, con chaleco amarillo, habían puesto al rojo vivo el ballet Broadway Melody, un intruso maravilloso en la historia de Cantando bajo la lluvia.

Y ya que Damien Chazelle, director y guionista de La La Land, ha reconocido su admiración por el francés Jacques Demy (de hecho, algunos fragmentos de la banda sonora del joven Justin Hurwitz no disimulan la influencia de Michel Legrand), es inevitable recordar los dúos de las hermanas Catherine Deneuve y la desaparecida Françoise Dorleac moviéndose al ritmo de Nous sommes des soeurs jumelles -por descontado, no cantaban ellas-, y la misma Dorleac bailando con Gene Kelly, que nos hacía sufrir temiendo que el peluquín se le desplazara en sus evoluciones.

Kelly y Judy Garland, más que bailar, montaban un divertido número de music hall en El pirata al ritmo del clásico Make them laugh, retitulado Be a clown, y que oiríamos también en boca de Donald O’Connor en Cantando bajo la lluvia. Y no olvidemos el más insólito de los partenaires de Gene Kelly: Jerry, el continuo objeto, no de deseo sino de captura, del gato Tom en Levando anclas. Laboriosa fue la inserción del travieso roedor ya que tras un primer visionado saltaron las alarmas: Kelly proyectaba su sombra en el suelo, pero Jerry no, y hubo que rehacerlo todo con la ayuda de Hanna y Barbera, los padres de unos mamíferos de ficción que nunca pasan de moda.

Al natural

En Un día en Nueva York, el primer musical rodado en escenarios naturales, no abundaban las parejas sino los tríos. Kelly, Frank Sinatra y el desgarbado Jules Munshin saludando a la ciudad apenas iniciaban sus 24 horas de permiso. Las chicas preferían montárselo solas. Vera-Ellen convertida en la chica del metro y retirada prematuramente del show business y Ann Miller, que derrochaba energía en sus números de tap dance. Ella sí prolongó su carrera hasta un recién iniciado siglo XXI, en el Mulholland Drive de David Lynch.

Los números en solitario de Ann Miller o de Bob Fosse en Kiss me Kate, versión musical de La fierecilla domada, rodada en 3D y nunca estrenada en España, merecen una urgente reivindicación. Ni Emma Stone ni Ryan Gosling podrían repetirlo, y tampoco se les exige, claro.

Más parejas de baile, aunque lo hayan sido de modo accidental: Patrick Swayze y Jennifer Grey en Dirty Dancing, que sin ser precisamente una obra maestra perdura en el recuerdo; John Travolta y Uma Thurman al ritmo de You never can tell de Chuk Berry, un momento imitado y parodiado hasta el hartazgo. Y también un homenaje a grandes números en solitario.

Dos de ellos, memorables en la no menos memorable y casi maldita Pennies from heaven (1981). El seudoestriptís de Christopher Walken en la barra de un pub acompañado de un frenético tap dance y la danza de un vagabundo -el bailarín Vernel Bagneris- mientras caen monedas doradas del cielo.

La nunca bien ponderada cinta de Ross contiene un (casi) estriptís de Christopher Walken sobre la barra de un bar. Entre el metraje se esconde la radiante ‘Pennies From Heaven’, el viejo ‘hit’ de Arthur Tracy de 1932.

El director de ‘La La Land’ admite inspirarse en esta película francesa de 1967, dirigida por Jacques Demy y protagonizada por Catherine Deneuve y su hermana, Françoise Dorléac.

Gene Kelly fue capaz de convertir al ratón Jerry en una gran pareja de baile en esta película dirigida por George Sidney en 1945. Tras un primer visionado, se vio que Kelly proyectaba sombra y el roedor no, por lo que hubo que arreglarlo.

Ann Miller, famosa por la velocidad con la que bailaba claqué, se sale de la pantalla en esta versión musical de ‘La fierecilla domada’, rodada en 3D y nunca estrenada en España. Una cinta a recuperar.

Astaire y Cyd Charisse resuelven la lucha de clases bailando en esta película de Vicente Minelli. La cinta compite con ‘Cantando bajo la lluvia’ por ser el mejor musical de la historia.