Hace tiempo que no oigo hablar de menús largos y estrechos, tan de moda hace algunos años. Vienen a ser los que ahora figuran en las cartas de los restaurantes como menús degustación, donde se supone que están representados los platos emblemáticos de cada establecimiento. Pero cuando se trata de trazar un menú para varios o muchos comensales, especialmente cuando anda por medio alguna celebración, lo que ahora se estila es lo de los platos al centro, que suelen ser cuatro cada cuatro comensales, si después hay un plato individual, o siete u ocho cada cuatro comensales, si después se pasa directamente al postre. Dentro de esta estructura cabe la mayor o menor calidad, la generosidad o la tacañería y la mejor o peor atención y servicio, en lo que respecta a mantelería, vajilla, cristalería, cubertería y ornamentación, y en lo que se refiere a las personas que atienden la sala, que a veces salvan con su amabilidad y exquisito comportamiento una comida deficiente. O al revés. Claro que la misma amabilidad y exquisitez sería exigible a los comensales, que no siempre salen bien librados.

El otro día me comentaba Luis Bedmar, nuestro ilustre músico y académico, gran amigo de mi padre y ahora mío, hablando de los platos al centro, que deberían tener una guitita para poder tirar de ellos sin molestarnos unos a otros con el pase de platos. Aunque, en primer lugar -esto es cosa mía- habrá que definir a qué cuarteto pertenece cada comensal, que en ocasiones se forma mucho lío con los fronterizos o con los que quedan en situación de imparidad. En fin, qué les voy a contar a ustedes, que estarán sufriendo toda la casuística en estos días tan apropiados para las comidas amistosas o convivialidades, término de origen latino acuñado por el lenguaje de la sociología, que pone nombre a la satisfacción que experimentan varias personas al hallarse juntas y compartir la comida. El hecho de alimentarse en común ha constituido siempre una costumbre fundamental en las tradiciones de todas las sociedades. La comida hecha en común crea obligaciones y derechos mutuos. Las personas que comen juntas se protegen entre sí, respetan sus reglas y no traicionan la confianza que se depositan. Ahora estamos cerca de la Navidad. Ya hemos pasado más de una convivialidad, pero todavía nos quedan varias sesiones de platos al centro.