Durante estos días, las calles de nuestra ciudad se inundarán de procesiones, gente y olor a incienso. Una tradición que rememora la Pasión de Cristo, pero que encuentra sus orígenes mucho antes del nacimiento de éste. Sirvan como ejemplo los pasos. En el Antiguo Egipto, 2.000 años antes de nuestra era, todos los años por estas mismas fechas se colocaba la estatua del dios Amón-Ra sobre una barca, y se sacaba en procesión por lo que hoy es la avenida de las Esfinges, desde el templo de Karnak hasta el de Luxor. A lo largo del trayecto, los egipcios inundaban el camino de incienso, lanzaban flores y dedicaban cánticos a la efigie.

En la antigua Grecia también se honraba a sus deidades con carrozas, música y danza. Todo esto no debe sorprendernos, pues a lo largo de la historia, las distintas culturas han adaptado continuamente las tradiciones de las anteriores según su forma de entender la religiosidad. No es nada nuevo descubrir que algunas costumbres que consideramos exclusivamente nuestras, anteriormente pertenecieron a pueblos muy lejanos.

Las primeras procesiones en España datan del siglo III y surgen fruto de la veneración de los cristianos por sus mártires, pues eran sus restos mortales y reliquias lo que trasladaban. Con el paso del tiempo, e influidos por las legiones romanas, estos desfiles van adquiriendo un estilo mucho más militar, apareciendo las primeras cofradías de nuestro país en el siglo V. En Córdoba tendríamos que esperar hasta finales del XIV para ver aparecer la primera hermandad, que sería la del Santísimo Corpus Christi. Durante los años siguientes, como recoge el investigador David Pinto en su Historia y vida de la Semana Santa de Córdoba, nuestra ciudad vería nacer muchas más.

Otro dato poco conocido es el sorprendente motivo astrológico por el que la Semana Santa cambia de fecha cada año. La Semana Mayor de los cofrades está basada en la Pascua judía, que a su vez se relaciona con el calendario lunar. La fecha del Domingo de Resurrección depende de la primera luna llena que se produce después del equinoccio de primavera, por lo que siempre caerá entre el 22 de marzo y el 25 de abril. De hecho, la palabra «pascua» proviene de la hebrea «pesach», que significa tránsito, pues a partir de este momento, el invierno queda atrás y los días se vuelven más largos que las noches, simbolizando el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Por eso en las fotos que usted va a sacar durante los próximos días aparecerá esa luna llena que tanta belleza y dramatismo aporta a la escena de la Pasión. Todo está estudiado.

(*) El autor es escritor y director de ‘Córdoba Misteriosa’. Puede seguir su trabajo en www.josemanuelmorales.net