La medianoche es la hora en que el sol está en el punto opuesto al de mediodía. Señala el final de un día y el comienzo del siguiente. Coincide con las doce de la noche: la hora mágica en que el hombre lobo lanza su aullido a la luna; la hora en que las brujas se citan para celebrar sus aquelarres y en la que el conde Drácula abandona su fúnebre alojamiento. También es la hora mágica del amor, la de Cenicienta perdiendo el zapato; la de la música, la del regreso de la ópera o los conciertos, la de la tertulia que se prolonga tras la cena...

En las últimas, desde luego, es donde encuentran su sitio las medianoches o medias noches, los deliciosos bollitos que, abiertos por la mitad, se rellenan con toda clase de quesos, embutidos, fiambres y pâtés, y tan adecuadas resultan para tomar un tentempié a horas intempestivas o para servirlas en una buena merienda junto a las pastas de té. Mientras más pequeñas, serán más delicadas y apetitosas.