A la memoria de Antonio Muñoz ‘El Toto’, que con su voz flamenca enriqueció muchos versos del Papi y el Cahue.

Tientos.- No quise cambiar de barca, os lo prometo, creedme. Pero la noche, escuchadme, era demasiado larga. Por más que trato de hacerme con las riendas de la barca, más lejos veo la tierra cercaíto por el agua. Por más que trato de abrirme una brecha turbulenta, sólo veo navegantes perdidos en la tormenta.

Bulerías.- Se murió el pequeño, abrieron un hoyo y lo metieron dentro, muy hondo. Y yo pensé entonces: si naciera aquí un árbol qué frutos daría ¿fusiles o llanto? Se murió el pequeño, se murió solito. Matar de hambre en mi tierra no ha sido nunca delito.

Toná.- En un fondo de carbón la luna roja ondeaba. No, que la luna era verde. Silencio, la luna es blanca. Nos dieron una bandera a estrenar con nuestra sangre. No llaméis a la justicia, mira que no vendrá nadie. Ay qué dolor, se han olvidao de aquel crimen y eso no tiene perdón.

Soleá.- María ha visto en sueños un príncipe que la llama y la abraza por las noches temprano, antes del alba. Despierta dulce María, que el príncipe no te ama. Sólo es un sueño María, que se va de madrugada. Despierta y oye a ese hombre que te saluda en la plaza. No tiene rizos dorados ni las manos delicadas. No tiene ojos azules ni viste con ropas caras y sin embargo María, sólo ese hombre te ama. Y espera a que te despiertes para llevarte a su casa y enseñarte que en los pueblos los príncipes no se paran.

Tangos.- Tengo encallecida el alma de tantas vivencias negras, que alimentan fieras ansias de justicias siderales. Me rebelo contra ti, capital instituido. Clamo contra los verdugos, clamo contra los chorizos dóciles y bienmandaos.

Jaberas.- Qué sola te estás queando. Con tus hijos ¿qué ha pasao? Los que no pudieron irse a trabajar a otro lao, acabarán por pudrirse. Criá de los castellanos siempre has sido madre mía, tus hijos te piden pan. Cuándo llegará ese día que dejemos de llorar.

Siguiriya.- Obrero andaluz, el pisoteao. Por gente mu mala está esclavizao. Las lenguas pegás al cielo de la boca, Dios mío de mi alma, sin poder gritar.

Esos cantes fueron realizados por El Toto en peñas flamencas, actos del Ateneo en el Gran Teatro y otros lugares. También cuando acompañó a La Fiambrera. Algunos fueron grabados con el guitarrista Pepe Toques (Temas de Papi y Cahue, 1980). Pero lo mejor, Agustín Gómez dice, fueron los cantes en aquellas memorables actuaciones del actor Juan Carlos Villanueva (Ensayo para un suicidio, premio en el Certamen Nacional de Monólogos, Tomelloso. Y El Sueño, con Rafael Trenas a la guitarra). Se lo cuento a José Cabrera, Mati, José Cabrera Torres, Miguel Rodríguez, Raquel, José Miguel Cabrera, Cárol, Juan Prieto y Ángela, mientras saboreamos en La Providencia unas delicias de Rute con Mario Steliac, Raluca María y Pablo.