Una sencilla hoja de laurel anima caldos de pescado, estofados de carne, salsas para pasta, aliños de aceitunas, escabeches, adobos, marinadas, terrinas y patés, y forma parte imprescindible del ramillete de hierbas que se incluye en la cocción de numerosos guisos mediterráneos. En laurel se convirtió la desgraciada Dafne, huyendo del amoroso y obsesionado Apolo, que la perseguía sin descanso. El laurel -los laureles- fueron símbolo del éxito de los vencedores. Las coronas de laurel que ciñeron las sienes de los héroes antiguos han sido sustituidas por medallas y diplomas, pero hoy, en plena ebullición del Festival de los Patios Cordobeses, como ayer con la 34ª Cata del Vino de Montilla-Moriles, dedicada al 25 aniversario de la Orquesta de Córdoba, traemos los laureles al presente para unirlos a la multicolor riqueza floral de nuestra tierra,también triunfadora, protagonista indiscutible del mayo cordobés. Que sabe mejor si se acompaña de una copa de Montilla-Moriles.