Escritor de los guiones de la tan celebrada trilogía dirigida por Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 21 gramos y Babel), Guillermo Arriaga publica El salvaje, su novela más ambiciosa y extensa, de estructura compleja e impregnada de elementos personales, en la que su personaje, Juan Guillermo, pese a las más terribles pérdidas, es capaz de reconstruir su vida. Dice su autor que fue descubriendo la estructura sobre la marcha, como casi todo lo que hace. No quiere hablar de su amistad rota para siempre con Iñárritu, cuya mutua colaboración ha producido una de las trilogías más bellas del cine de nuestros días. Tiene una novela inacabada, Los sapitos, con la que no sabe muy bien qué hacer. No adaptará El salvaje al cine porque no sabría cómo hacerlo. Le obsesiona la muerte y la violencia, porque son parte inalienable de la vida y defiende a su amigo Quentin Tarantino frente a quienes critican injustamente su manera de entender la violencia. Arriaga ha publicado las novelas Escuadrón Guillotina (1991) Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999) y la colección de cuentos Retorno 201. Su obra ha sido traducida a 18 idiomas. En 2008 presentó su primera obra prima como director de cine: The Burning Plain. Además, ha producido y coescrito la historia de Desde allá, primer filme iberoamericano en ganar el León de Oro en el Festival de Venecia.

-No sé si es su novela más ambiciosa y personal, pero sí es extensa y muy compleja desde un punto de vista estructural.

-Es una novela con elementos personales, no autobiográficos, más bien vivenciales. He aprovechado experiencias aisladas para juntarlas y por eso digo que está basada en hechos reales que nunca sucedieron. La empecé a escribir con estas vivencias sin tener claro adónde iba. Fui escribiendo y descubrí la estructura sobre la marcha como casi todo lo que hago.

-Pero es una estructura compleja, con saltos en el tiempo.

-Va y viene de forma natural porque así es como la fui descubriendo. No es que yo haya tenido ningún plan anterior.

-Su personaje, Juan Guillermo, un chico de 17 años, se enfrenta al vértigo violento de todo cuanto le ocurre. Asesinan a su hermano, mueren sus padres y su abuela. ¿La vida a veces puede ser tan hostil?

-Yo creo que la novela habla de cómo alguien que se enfrenta a las más terribles pérdidas, y a un terrible abandono, es capaz de reconstruir su vida, cómo la reconstruye, cómo el espíritu humano es indestructible y de qué manera el amor y la amistad se convierten en las vías de recuperación de alguien como él.

-En la trama paralela, un cazador llamado Amarup persigue un lobo gris entre montañas nevadas. ¿Algún eco de Jack London?

-Sí, claro. No es una influencia en esta historia en particular, pero, obviamente, si Colmillo se llama Colmillo es por Colmillo Blanco de Jack London.

-Es tu propio homenaje.

-Sí, es un homenaje a Jack London. Yo no sabía que existía la historia de Amarup, la verdad. No sé ni siquiera cómo surgió. Yo estaba escribiendo una leyenda y de repente dije, voy a hablar por aquí de un lobo y lo que iba a ser un parrafito o dos se convirtió en una historia propia.

-Se ha ganado muchos insultos como cazador, pero para usted la muerte es la esencia de la naturaleza.

-Creo que los insultos han venido de gente que no entiende de qué se trata, que no ha estado nunca en una situación de cacería y no sabe de qué habla. Entonces, alguien que conoce la naturaleza en profundidad, sabe que la vida y la muerte son parte consustancial de la naturaleza y de la vida. Para poder hablar de la vida al nivel más hondo posible, hay que hablar de la muerte.

-Por su extensión, su obra es una novela río, porque las acciones de los personajes terminan confluyendo en un mismo punto.

-Para mí lo ideal para escribir una novela es que sea orgánica. Se trata de ser lo más orgánico posible y espero haberlo logrado. Al no saber de qué se trataba, iba inventando sobre la marcha y armarla en la cabeza tomó su tiempo.

-No le gusta que le llamen guionista sino escritor de cine. Cuando escribe, ¿le cuesta adaptarse al género? La extensión en el guion y la novela es diametralmente diferente.

-No, no. Me quedan perfectamente claros los géneros. He trabajado en radio, televisión, cine, el cuento y la novela. No me cuesta, tengo la fortuna de poder ir de un lugar a otro.

-Tiene guardados en el cajón 3 novelas y 4 películas. Después de 5 años dedicados a escribir ‘El salvaje’ estará extenuado. ¿Por dónde seguirá ahora?

-Por ahora, creo que me gustaría escribir otra novela y dirigir una película. Y sigo produciendo cine, que es lo que menos tiempo me exige. Producir cine es quizás lo más fácil de hacer porque lo puedo hacer por skipe, lo puedo revisar y no tengo que dedicar tantas horas como es escribir.

-¿Ha pensado en algo concreto?

-Estoy en un incipiente borrador de lo que puede ser una novela.

-Su última incursión en el cine fue como director de la película ‘Lejos de la tierra quemada’ (2008), de la que también escribió el guion. ¿Está pensando en volver a dirigir?

-Sí, claro. Solo pienso escribir para dirigir yo. Salvo que alguien que respete muchísimo me pida escribir algo, lo haré solo para dirigir yo. Me gusta mucho dirigir, no quiero trabajar con nadie.

-Llegó a escribir 150 páginas de la novela ‘Los sapitos’, pero su familia le previno porque podría «dar pistas» sobre su vida a la gente que «le tiene ganas».

-No, no. No tiene nada que ver. Nada, nada. Lo que no quería es dar ideas a los malos, porque es una historia que habla de torturas, de cómo torturar, no quería dar ideas de cómo torturar. No da ninguna idea de mí mismo, no quería era darles pistas a los malos para provocar más horrores en otros seres humanos.

-¿Qué hará con ‘Los sapitos’?

-Se lo di a mi editora y mi editora está evaluando qué hacer. No está terminada. Me queda ahí y quizás saque una novela más corta ahora que la realidad superó la ficción.

-King fue su primer perro, luego apadrinó ardillas, ratillas, gallinas y una serpiente. Como en su novela, se palpa su amor por los animales. Dice que todos somos animales «en proceso de domesticación».

-(Ríe). Sí, desde chiquitos, los niños de un año o de año y medio muerden a otros niños. Es un proceso de irlos civilizando.

-‘El salvaje’ no está pensado para el cine. ¿Eso quiere decir que no la adaptará al cine?

-Yo, no, se la dejaré a otro. En caso de que alguien la quiera. No la veo en la pantalla, creo que es bastante complicada.

-Boxeador en su México natal, cazador paciente, escritor prolífico. ¿Qué más esconde su currículum que se pueda contar?

-Mira, ahí en la finca que ffuiste, se cultivaban aguacates, y mi padre me mandaba a venderlos a los mercados. Ahí andaba yo vendiendo, escribí cuentos infantiles en un suplemento para niños. Tenía 18, 19 años, fui oyente de Veterinaria e intenté ser veterinario, pero me di cuenta yendo a clases con mi hermano que una cosa es amar a los animales y otra es vivir de ellos. Pero yo ayudé a operar a unos perros y gatos.

-Obsesión con la muerte, la violencia, las relaciones y el choque de opuestos. ¿De dónde le vienen esas ganas?

-No, yo creo que lo que tengo es un amor por la vida en la cual la violencia es un componente. De niño tuve episodios de violencia en la calle, a los 8 o 9 años, que de alguna manera me marcaron. No me traumaron, pero sí me marcaron. Ahora son un componente pero, en el fondo, de lo que trata mi obra siempre es el poder de la vida. En todos los casos.

-No le gusta la violencia de Tarantino. ¿Porque es falsa o porque se divierte con ella?

-Mira. Quentin es amigo. Yo creo que se le ha criticado injustamente, que lo que él quiere hacer es una sátira sobre lo absurdo de la violencia. No creo que lo haga de forma superficial sino que quiere llevarla al extremo para condenarla a través de la sátira.

-¿Cazador y escritor qué tienen en común además de la paciencia e intentar dar en el blanco?

-Creo que la obsesión. En la cacería soy muy obsesionado. En la literatura también. No dejo de levantarme todas las mañanas a cazar aunque haga un frío bestial. No paro. Igual con la novela. Así esté muy agotado, siempre trato de tener al menos ciertas líneas por día. Aunque esté exhausto.

-Esa obsesión ya la tenía con ‘El salvaje’. Empezó a escribirla cuando tenía 14 o 15 años, a través de vivencias que tuvo en el barrio donde vivía.

-Sí. Son historias que me parecía interesante contar. Creo que ese mundo de azoteas en el que crecí era interesante. Quería ver cómo se podía madurar la historia para contarla, pero tuvieron que pasar años para que eso sucediera.

-México es uno de los países más violentos del mundo. ¿Hay solución?

-No creo que sea uno de los países más violentos. Lo que tenemos es grandes publicistas. Y los publicistas son el narco. México tiene un promedio de 13 asesinatos por cada 100.000 habitantes. En Estados Unidos, hay ciudades como Washington, Memphis o Nueva Orleans que tienen 52, pero no tienen tan buenos publicistas. El índice de asesinatos de Río de Janeiro supera a todo el país. Es un poco injusta esta imagen de país más violento del mundo. Es un país donde hay zonas muy particulares, muy constreñidas, pero no es uno de los países más violentos del mundo. Yo vivía en Nueva York en los años 70 y eso sí era violencia. Se veía todos los días en la calle, no había un momento en que no vieras un asalto, un asesinato, una transacción, una detención policiaca, todo el tiempo estaba el crimen en Nueva York cuando yo vivía allí en los años 70.

-No le sorprendió que Trump alcanzara la presidencia. De hecho, anunció que ocurriría. ¿Arrepentido de sus pronósticos?

-(Ríe). No. Yo creo que era para poner en guardia de lo que venía. También dije que Trump se iba a estrellar a 180 kilómetros por hora contra el muro y ya está sucediendo, no ha podido levantar los fondos para construirlo, no era tan sencillo como él creía.

-No le gustan los Beatles, prefiere a Hendrix porque interpreta mejor el mundo donde creció.

-Creo que los Beatles es un gran grupo, no voy a negar su calidad ni su influencia en la música contemporánea, pero no es un grupo qu me diga cosas importantes, no lo escucharía para inspirarme. No es alguien que me acompañó en ningún momento de mi vida. Rosas en el mar de Massiel marca una época en mi vida. Los Beatles no. Como el viento de Miguel Ríos es una canción que me marca, pero en mi pasado histórico musical no hay ninguna canción de los Beatles que yo diga me recuerda esto o me emocionó.

-Será el único.

-La mayor parte de mis amigos comparten lo mismo que yo, he estado en una cena con un amigo mío de la preparatoria y yo dije: «¿Le gustan los Beatles?». «No, a mí no me gustan nada», dijo. No nos gustan. Punto. No nos hablan, no nos dicen.

-Dice usted: «El momento de América Latina va a llegar a través de la cultura».

-Estoy completamente comprometido. Si algo tienen que ofrecer, por lo menos mi país, es la cultura. Creo que la cultura mexicana es muy poderosa. Desde la culinaria hasta la música o el cine.

-Envejecer se ha convertido en algo obsceno». ¿Le asusta o le conmueve el paso del tiempo?

-No, no me asusta, a veces, me enoja porque ya no puedo hacer cosas que estaba acostumbrado a hacer. Me gustaría estar jugando a fútbol todo el día y a basquet. Me da rabia no poder hacerlo con la misma frecuencia.