El pasado miércoles 19 de octubre la Agencia Espacial Europea (ESA) consiguió exitosamente colocar la sonda ExoMars TGO (Trace Gas Orbiter) alrededor de Marte. Comienza así la primera fase de una ambiciosa misión cuyo objetivo principal es buscar evidencia de vida en el Planeta Rojo, sea en la actualidad o en el pasado. Además ExoMars investigará la composición de la superficie marciana, estudiará en detalle la distribución de agua en el planeta, y realizará un inventario detallado de los gases de la atmósfera de Marte, prestando especial atención a la distribución de metano para discernir si su origen es geológico o biológico.

Originariamente, esta misión iba a ser conjunta entre ESA y la agencia estadounidense del espacio (NASA) pero ésta se retiró del proyecto en febrero del 2012. Fue cuando entró en la colaboración la Agencia Espacial Federal Rusa, que se encarga (entre otras cosas) del lanzamiento usando los cohetes rusos Protón-M. En 2009 se decidió dividir la misión en dos partes: una en 2016, que consta con un orbitador (TGO) y un módulo de aterrizaje (Schiaparelli EDM), y otra en 2020 que pondrá sobre la superficie marciana el Rover ExoMars.

El ExoMars TGO y el módulo de aterrizaje Schiaparelli EDM (Entry, Descent and Landing Demostrator Module) fueron lanzados el 14 de marzo del 2016. Siete meses después, el 16 de octubre, Schiaparelli EDM se separó del orbitador e inició la aproximación a la superficie marciana. El objetivo de este módulo de aterrizaje es precisamente probar la tecnología desarrollada por ESA para colocar de forma segura el Rover ExoMars en Marte en 2020. Así, Schiaparelli EDM apenas lleva instrumentación científica ni paneles solares. Lo más importante son los mecanismos de aterrizaje: el escudo térmico, el paracaídas y unos motores.

Sin embargo, aunque ExoMars TGO consiguió sin problemas la inserción en órbita marciana, el aterrizador Schiaparelli EDM desapareció sin dejar rastro. La señal de este módulo, que se siguió desde Tierra gracias a las observaciones conseguidas con el radiointerferómetro GMRT (India), se perdió 50 segundos antes de lo esperado. Se sabía que la señal podría desaparecer por unos minutos, porque la geometría de la sonda vista desde la Tierra podría cambiar bruscamente antes del aterrizaje. Pero 50 segundos eran mucho: desde el principio los ingenieros de ESA se esperaban lo peor. Pronto se supo que algo raro había ocurrido: el paracaídas se había soltado antes de lo esperado y los motores de frenado se habían encendido sólo por cuatro segundo en lugar de los 30 previstos. El aterrizado posiblemente se había estrellado. Dos días después, gracias a las imágenes proporcionadas por la sonda MRO (Mars Reconnaissance Orbiter) de NASA, se encontraron dos nuevos pequeños cráteres (uno oscuro de 15x20 metros y otro blanco de 12 metros que parece ser el paracaídas) en la zona prevista de aterrizaje para Schiaparelli EDM. Los últimos datos apuntan a que parece que fue un fallo de software lo que hizo pensar al ordenador de Schiaparelli EDM que estaba en el suelo antes de tiempo.

Por supuesto, la principal noticia que ha trascendido al público es que la misión ha sido un fracaso. Pero esto no es en absoluto justo con lo que ha pasado. Como se ha dicho, el orbitador ExoMars TGO funciona perfectamente. Además, se pudieron recoger casi todos los datos de Schiaparelli EDM antes de perder contacto con ella. Su análisis servirá para mejorar y hacer más seguro el diseño del aterrizador de 2020, que es el verdaderamente importante. Además, hay que insistir en que cualquier misión espacial es terriblemente complicada, y nos estamos acostumbrado a que las cosas están saliendo bien últimamente. De hecho, sólo el 41% de las misiones enviadas a Marte por estadounidenses, rusos, o europeos han sido exitosas. Finalmente no hay que perder la atención del objetivo principal de ExoMars: encontrar la primera evidencia de vida fuera de la Tierra. El problema del aterrizador Schiaparelli EDM ha sido parte del proceso de esta misión que podría llevarnos a una nueva revolución a la comprensión de nuestro propio lugar en el Cosmos.

El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory / Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe en el blog ‘El Lobo Rayado’.