Ese día, los observatorios LIGO (Estados Unidos) detectaron una nueva, unívoca señal, de «onda gravitatoria», la distorsión en el espacio-tiempo predicha por la Relatividad General cuando dos objetos masivos se mueven conjuntamente hasta fusionarse. Era la quinta señal de este tipo que los sofisticados observatorios de LIGO encontraban. La primera detección de ondas gravitacionales, registrada en septiembre de 2015, supuso la confirmación definitiva de la Relatividad General de Albert Einstein y el Premio Nobel de Física de 2017.

Pero esta vez, la señal era distinta. A diferencia de los cuatro eventos anteriores (que marcaban la fusión de dos agujeros negros), la nueva señal captada por LIGO (designada como GW170817) era consecuencia de la fusión de dos estrellas de neutrones.Además, Virgo, un nuevo observatorio de ondas gravitatorias construido en Italia, estaba ya operativo, lo que sirvió para localizar la zona del cielo donde «escuchamos» este fenómeno. A la vez, sólo 1.7 segundos después de «escuchar» GW170817, el satélite Fermi (NASA), que estudia el universo en los energéticos rayos gamma, también detectó una señal intensa pero de corta duración (un sGRB, por sus siglas en inglés, short Gamma Ray Burst) por la misma región del cielo. Esto disparó todas las alarmas, movilizando a cientos de astrónomos en todo el mundo en busca de una imagen que nos permitiera «ver» el evento que produjo GW170817.

En sólo 11 horas, astrónomos en los observatorios en Chile fueron capaces de encontrar un punto brillante (una kilonova) en la galaxia cercana NGC 4993, localizada a 130 millones de años luz de nosotros. Se había descubierto, por primera vez, la contrapartida óptica de un evento de ondas gravitatorias. Esto es, por primera vez en la Historia, los astrónomos estaban «escuchando» y «viendo» el cosmos a la vez.

Tras sólo 2 meses, y tras involucrar a miles de astrofísicos (se estima que al menos el 15% de los astrofísicos mundiales), ingenieros y físicos teóricos, con miles de observaciones de seguimiento en centenares de observatorios de todo tipo, el lunes pasado se hizo pública la noticia en multitudinarias ruedas de prensa en los observatorios más prestigiosos del mundo, publicándose 67 artículos científicos. No es para menos que esta noticia haya sido primera plana en numerosos medios de comunicación del mundo (desgraciadamente no tanto en España) y, sin duda, ya es el descubrimiento científico del año.

Es muy difícil sintetizar todos los resultados aquí. Hemos confirmado que existen las estrellas de neutrones, que las hay dobles, que su fusión provoca una kilonova, generando ondas gravitatorias y radiación electromagnética (luz), siendo el origen de los misteriosos sGRBs. Combinando todos los datos se han conseguido mejores modelos de explosiones de estrellas de neutrones, confirmando que los elementos pesados del Cosmos (entre ellos, el platino, el oro o la plata de nuestras joyas) se crean en las fusiones de estrellas de neutrones. Hemos confirmado que las ondas gravitatorias se mueven a la velocidad de la luz, una pieza clave para que los físicos teóricos restrinjan los modelos de nuestro Universo. Además, hemos medido el ritmo de expansión del Cosmos de forma completamente nueva, confirmando cuantitativamente el valor que teníamos.

Esto es el principio. Son tiempos fascinantes para la Física, hemos comenzado a hacer «astronomía multi-mensajero» donde, a la vez, escuchamos y vemos el Cosmos.

(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory / Macquarie University, escribe en el blog ‘El Lobo Rayado’