Un investigador ha desarrollado un método científico para lograr el café expreso perfecto basado en el proceso de molido, la dureza del agua y la frescura de los granos de café, entre otros elementos. «Es posible que un día tomes una buena taza de café y al día siguiente no. Desde una perspectiva científica, siempre me ha intrigado por qué ocurre esto», señaló el autor del informe, Christopher Hendon, en la reunión de la Sociedad Química Estadounidense, en Nueva Orleans. La investigación dirigida por Hendon, de la Universidad de Oregón, analiza todas las variables que intervienen en la preparación del café expreso, desde el molido y envasado del grano, hasta la presión del agua.

Según su estudio, el agua «dura», con una gran cantidad de magnesio y calcio, hace que el café tenga un sabor más fuerte que el agua «blanda» porque compuestos como la cafeína se adhieren al magnesio durante el proceso de elaboración.

El agua dura también puede contener grandes cantidades de bicarbonato, lo que hace que el café tenga un sabor más amargo. Por otro lado, la frescura de los granos de café también puede afectar lo sabrosa que es una taza de café: el recién tostado contiene dióxido de carbono y otros compuestos que se evaporan fácilmente y, con el tiempo, estos compuestos volátiles escapan de los granos, dando como resultado una taza con menos sabor. Una temperatura más baja reduce la velocidad de evaporación, lo que explica por qué el almacenamiento de café en el refrigerador prolonga su vida útil.