Declarada por la Unesco en diciembre del 2015, esta iniciativa busca promover en la sociedad el papel que las mujeres han tenido en el avance de la ciencia, así como reconocer las contribuciones clave que el género femenino desempeña en la comunidad científica y tecnológica actual.

Precisamente la astronomía cuenta con una multitud de mujeres científicas que han ayudado al avance del conocimiento del cosmos. Desde la princesa mesopotámica Enheduanna (2300 a.C., la primera mujer astrónoma conocida) hasta las aclamadas astrofísicas Jocelyn Bell, Margaret Burbidge o Vera Rubin en la actualidad, pasando por personajes como Hipatia de Alejandría, Caroline Herschel, María Mitchell, Cecilia Payne o la española Assumpció Català, las mujeres astrónomas, muchas de ellas aún desconocidas, han luchado contra los tópicos de la sociedad imperante para poder dedicarse al mundo de los astros y arrancar secretos al universo.

Poco a poco vamos conociendo más detalles de las vidas y obra de científicas. Recientemente se han publicado varios libros que recogen las biografías y los avances al conocimiento de científicas de distinta índole. El año pasado Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros publicaron el libro Las mujeres de la luna, donde se recoge información de las 28 mujeres cuyo nombre se ha usado para bautizar algún cráter lunar. Irónicamente, de las 1.586 personas honradas con un cráter en la luna, solo 28 son mujeres. El libro está bellamente ilustrado por Íñigo Saldaña. Por otro lado, Adela Muñoz Páez, catedrática de química en la Universidad de Sevilla, acaba de publicar el libro Sabias. Este libro rescata no solo la historia de algunas de las científicas más conocidas, como Marie Curie (que ganó dos premios Nobel) o Rosalind Franklin (sin la que descifrar la estructura del ADN hubiese llevado más tiempo), sino de muchas científicas que son prácticamente desconocidas. En el libro también se intenta explicar por qué las mujeres científicas han sido tan escasas hasta bien entrado el siglo XX, cuando finalmente pudieron ingresar en universidades y ejercer como investigadoras, además de historias de mujeres que fueron borradas de los anales de la ciencia o, simplemente, sus contribuciones arrebatadas. También este año la aclamada escritora científica estadounidense Dava Sobel ha publicado El universo de cristal, un exquisito libro en el que se narra la aventura de las «computadoras humanas» que, desde mitad del siglo XIX y por un siglo, trabajaban en el Observatorio de Harvard (EEUU) para interpretar las observaciones que los astrónomos realizaban a pie de telescopio por la noche. Con la introducción de las placas fotográficas como medio de observación astronómica, estas mujeres pasaban los días estudiando y midiendo con detalle «el universo de cristal» compuesto por el medio millón de placas fotográficas obtenidas durante décadas.

(*)El autor es astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba.