Uno de los campos de la Astronomía más fascinantes es el estudio de los «cuerpos menores» del Sistema Solar. Se incluyen ahí a todos aquellos objetos que no son la estrella (el Sol), un planeta, o un satélite de un planeta. En resumen, los cuerpos menores del Sistema Solar son los cometas y los asteroides. Se suelen incluir también los efectos que cometas y asteroides puedan tener sobre los planetas, esto son, los meteoros (estrellas fugaces) y los meteoritos.

Aunque en las últimas décadas hemos avanzado mucho en el conocimiento de asteroides, cometas, meteoros y meteoritos, aún nos quedan muchos misterios que conocer. No obstante, estos términos suelen ser confundidos por el público en general. ¿Qué es qué? Intentemos resumirlo brevemente. Llamamos “asteroide” a un «trozo grande de roca» que se mueve en órbitas no muy excéntricas dentro del Sistema Solar, normalmente en una zona entre las órbitas de Marte y Júpiter que se conoce como «Cinturón de Asteroides». Pero no todos están ahí: algunos como los asteroides troyanos «escoltan» a Júpiter al estar en posiciones concretas de equilibrio gravitatorio entre el planeta gigante y el Sol. Y muchos asteroides, peligrosos para nosotros, pasan cerca de la Tierra (NEOs por sus siglas en inglés).

Un «cometa» está compuesto sobre todo de hielo y gases congelados, moviéndose en órbitas muy excéntricas, por lo que la mayor parte del tiempo están lejos del Sol. Al acercarse el calor del Sol hace que el material cometario se «sublime» (pasa del estado sólido al gaseoso), creando una nube densa a su alrededor (la cabellera) y una larga cola que a veces puede tener un tamaño de un millón de kilómetros. Los cometas pueden venir del cinturón de Kuiper (una región más allá de Neptuno) o de la nube de Oort, a casi 1 año luz de distancia del Sol. Muchos, como el famoso cometa Hyakutake, sólo pasan una vez cerca del Sol, antes de perderse de nuevo en el espacio profundo. Los «meteoros» (o estrellas fugaces) son el trazo visible, que dura segundos, de una partícula de polvo (muchas liberadas por cometas) al destruirse en la atmósfera de la Tierra. No debe confundirse (y se hace mucho) con «meteorito», que es el trozo de piedra que se puede recoger tras el impacto de un asteroide en la superficie terrestre. Un meteorito se habrá visto entrar en la atmósfera de la Tierra como una brillantísima estrella fugaz, una «bola de fuego».

Pero esta semana se ha hecho público el anuncio de un descubrimiento curioso que rompe los esquemas anteriores. Usando datos obtenidos con el Telescopio Espacial Hubble (NASA/ESA), un grupo de astrofísicos ha descubierto un asteroide doble dentro del cinturón principal… que tiene una cabellera y una cola como un cometa. Las imágenes muestran este objeto tan peculiar, el «asteroide-cometa-doble» 288P. Los datos revelan que los dos asteroides tienen la misma masa y tamaño, orbitando a una distancia de 100 km entre ellos. ¿Qué otras sorpresas nos tiene aún guardadas el estudio sistemático de los cielos?