en una ocasión dijo: «El amor no tiene edad» y en otra «El hombre tiene la edad de la mujer que se enamora». Tal vez sólo era una justificación. Porque, curiosamente, el genio a medida que fue creciendo en edad, haciéndose mayor e incluso anciano (murió a los 92 años) se fue enamorando de mujeres más jóvenes. A Olga Khokhlova, por ejemplo, le llevaba cuando la conoció 10 años; a María Teresa Walter, 29; a Dora Maar, 26; a Jacqueline, 46 y a Genevieve Laporte, 48.

Y esto, según sus biógrafos, fue decisivo en su obra, ya que sus «ismos» van unidos al cambio de mujer. Cada vez que se enamoraba de nuevo rompía y creaba estilos diferentes… Así se pasó de la «época azul» (con Louise y Germaine) a la «época rosa» y al cubismo (con Fernande), al «Arte efímero» y neoclasisismo (con Olga), al surrealismo (con María Teresa), al Guernica (con Dora) y al «Arte global» (con Jacqueline). Como curioso es el final que tuvieron las mujeres que abandonó: Fernande murió en la pobreza; Eva, murió de cáncer; María Teresa no le pudo olvidar nunca y acabó suicidándose; Dora se perdió en la nada y demente; la rusa Olga murió en la pobreza total y loca de manicomio; y Jacqueline, la que le cerró los ojos, se pegó un tiro en la sien años después de su muerte. Pero, la tragedia también alcanzó a su propia familia, su primer hijo, Paulo, murió alcoholizado, su nieto Pablo se suicidó y a sus hijos Claude y Paloma no quiso verlos en vida tras romper y abandonar a su madre.

Son las sombras de la vida del genio, como sombra fue también su inclinación por la buena vida y su pasión por el dinero. Se cuenta que un día a un amigo que le preguntó qué había detrás de uno de los cuadros que estaba pintando le respondió: «¡200.000 dólares!». O sea, estaba pintando y pensando en lo que podía vender su obra.

En fin, sigamos con sus mujeres, nos habíamos quedado en Olga KhoKhlova y hoy les toca el turno a María Teresa y a Dora.

9. María Teresa Walter

(la “niña” de Picasso)

La sueca María Teresa Walter sólo tenía 17 años cuando conoció al genio y llegó cuando el matrimonio con la rusa Olga estaba ya roto y se negociaba el divorcio… y digo «negociar» porque Picasso se resistió a aceptar el divorcio dado que la rusa le exigía, por el contrato que habían firmado al casarse, el 50% de sus bienes y el artista no aceptó nunca esa exigencia y por ello no pudo casarse con ninguna otra hasta que la rusa murió en 1955. Los años finales con Olga hasta que se separaron físicamente fueron para el pintor un infierno, según algunos biógrafos, incluso llegaban a las manos en sus peleas. Y en esta situación psicológica estaba cuando un día al entrar en las Galerías Lafayette vio a aquella niña rubia, de pelo largo y ojos verdes y sufrió un «flechazo». Entonces, atrevido como fue siempre con las mujeres, se acercó a ella y le dijo la frase que ya he citado en un artículo anterior: «Señorita, tiene una cara interesante, me gustaría hacerle un retrato, creo que vamos a hacer grandes cosas juntos, soy Picasso». Naturalmente, la llegada de la rubia, una chica saludable, deportista, alegre, desinteresada, nada exigente, afectuosa, enemiga de los convencionalismo y de trato muy suave (todo lo contrario que Olga) cambió, una vez más, la vida del artista. Fueron unas relaciones muy curiosas, porque como era menor de edad la tuvo que mantener a escondidas durante varios años. Se dice que el primer verano que vivieron como amantes ella se fue a un campamento infantil de monitora deportiva y Picasso acudía por la noche y se encontraban bajo la tienda de campaña. Luego al volver a París le compró un apartamento cerca de su casa para poder verla a espaldas de Olga e incluso para tenerla a su lado el mayor tiempo posible la disfrazó de chófer, de hombre-chófer, y viajaba con ella a todas partes… y es que llegó un momento que «la niña de Picasso», como la llamaban los amigos del genio llegó a ser su verdadera fuente de inspiración. Llegó a pintarla en 67 obras. Con María Teresa tuvo una hija, Maya. ¡Ay! Pero, como casi siempre, también de María Teresa se fue distanciando y hacia 1934-1935 conoció a Dora. Ella, sin embargo, no le pudo olvidar y desde que se separaron su vida fue un verdadero tormento, hasta el punto que cuando en 1973 muere Picasso ella se deprime de tal modo que sólo 4 años después se ahorcó.

10. Dora Maar

(la musa del “Guernica”)

«Henriette Teodora Markovitch había nacido en París en 1907 -escribe uno de sus biógrafos-. Era hija de un arquitecto croata y de una francesa, se trasladó a Buenos Aires a los 3 años de edad. Tuvo una adolescencia privilegiada, tenis, playa, bailes y cruceros. De nuevo en París, la joven conectó con los surrealistas y la extrema izquierda. Fue amante del escritor Bataille, una de las personas más inteligentes de aquellos años y también del cineasta Chavance».

Era amante de la fotografía y escribía versos. Cuando Picasso la conoció en el café Les Deux Magots estaba jugando con unos amigos a pincharse los dedos con una navajita a ver quien lo hacía más rápido y con menos sangre y el genio, atrevido, le coge las manos y le dice que su sangre «es tan hermosa como la de los toros al morir» y comienza el romance. Dora se convirtió en la compañera indispensable y gracias a ella se pudo obtener el proceso completo del Guernica, ya que lo fue fotografiando en cada paso que daba el pintor, que no fueron pocos, pues antes de dar la obra por terminada hizo más de 100 bocetos. «Con Picasso -diría años más tarde- viví 8 años y fui testigo principal de su cuadro más famoso: el Guernica. Dicen que fui de todas, la más inteligente».

Pero, las relaciones entre ambos no fueron tan tranquilas como las que había tenido con María Teresa. Dora era más inteligente y por tanto más crítica y a menudo le discutía su propia obra. Sin embargo todos reconocieron que el espíritu anti-violencia y anti-guerra del cuadro fue inspiración suya. También al final terminó perdiendo y Picasso la fue abandonando tras conocer a sus dos siguientes amores: Francoise Gilot y Genevieve Laporte. «Sin Picasso no hay nada. Después de Picasso, sólo queda encontrarse con Dios», diría al sentirse abandonada.