Unos de los objetos más apasionantes y a la vez enigmáticos del Cosmos son los agujeros negros. Un agujero negro es un objeto tan denso (masa concentrada en un espacio muy pequeño) que ni siquiera la luz puede escapar de él. Por ejemplo, si concentramos toda la masa de la Tierra en el tamaño de un guisante tendríamos un objeto tan denso que sería un agujero negro. El problema es que las leyes físicas que tenemos en la actualidad se rompen bajo estas condiciones tan extremas, al romper lo que llamamos «continuo espacio-tiempo», de ahí que se hablen de «singularidades». Los agujeros negros juegan un papel destacado a la hora de entender la evolución de las galaxias y del Universo.

Los astrofísicos llevan décadas clasificando agujeros negros. Aunque no los podamos ver de forma directa, observamos su acción sobre su entorno inmediato. Así, se conocen dos tipos de agujeros negros: los agujeros negros de masa estelar (5-50 veces la masa del Sol), que son el producto de la muerte de las estrellas más masivas, y los agujeros negros súper-masivos (entre 1 millón y más de 1000 millones de veces la masa del Sol) que se encuentran en el centro de (casi) todas las galaxias. Nuestra Galaxia, la Vía Láctea, posee uno de estos agujeros negros súper-masivos: tiene 4 millones de veces la masa del Sol.

Pero, ¿existen agujeros negros de masa intermedia? Los astrofísicos llevan años buscando objetos entre 100 y 100 mil veces la masa del Sol que están predichos por la teoría: los agujeros negros súper-masivos se crearían de la fusión de millones de agujeros negros estelares. No obstante los agujeros negros de masa intermedia son esquivos de observar y han eludido a los astrónomos durante años. Existen evidencias observacionales en algunas galaxias de baja masa e incluso en las partes externas de alguna galaxia espiral, pero se están estudiando sus características. Hace unos días se publicó un nuevo estudio científico en la prestigiosa revista Nature que sostiene la detección de un agujero negro con una masa intermedia. Según esta investigación, el cúmulo globular 47 Tucanae (47 Tuc) tiene un agujero negro de 2.200 veces la masa del Sol. Visible a simple vista desde los cielos del Hemisferio Sur, 47 Tuc posee cerca de un millón de estrellas viejas (12 mil millones de años de edad). Con un tamaño de unos 120 años luz, se localiza a 13 mil años luz de nosotros, proyectado sobre la constelación austral del Tucán.

Este estudio proporciona dos tipos de evidencias (el movimiento de las estrellas dentro del cúmulo y las peculiaridades de la veintena de púlsares que se han detectado en su interior) para defender que 47 Tuc posee un agujero negro de masa intermedia. Si esto es así, podrían existir agujeros negros de estas características en otros cúmulos globulares alrededor de la Vía Láctea. Muchos de estos cúmulos se creen son los restos de galaxias enanas, por lo que los astrofísicos finalmente podrían a empezar a conectar los agujeros negros de masa estelar y los agujeros negros súper-masivos dentro de la propia teoría de evolución de galaxias.