Antonio Garrido Moraga fue un personaje extravagante, humano y extraordinario. Acaba de desaparecer a los 63 años en la clínica de El Ángel, tras encontrase hospitalizado desde el pasado día 8 de noviembre tras sufrir un derrame cerebral. Estaba casado en segundas nupcias con Sonia Hurtado y tenía dos hijas, cada una de un matrimonio. Garrido fue toda su vida un personaje extraordinario. Nos conocíamos desde muy jóvenes. Él era amigo de la infancia del poeta Paco Ruiz Noguera. Hace poco lo llamé para preguntarle por la salud de Antonio y me dijo que a él mismo le había dado un infarto. Así que me quedé un poco tiritando de miedo porque apenas nos llevamos un par de años de edad y se piensa que de esas enfermedades no está libre nadie. Como digo, Antonio y yo nos conocíamos desde siempre, aunque al principio yo tenía cierto reparo por las cuestiones ideológicas, ya que él era muy capillita y del PP y yo estaba mucho más cerca del PSOE. Pero Antonio tenía un carácter que hacía que olvidaras fácilmente esas cuestiones. Fue uno de los alumnos más brillantes de su generación. Sacó la carrera de Filología con las notas más altas y hasta con premio extraordinario. Obtuvo las oposiciones de Instituto muy joven y pronto se doctoró en Filología Hispánica y fue profesor titular de Filología Española de Periodismo en Málaga. Estuvo desde siempre muy vinculado a los diarios Sur de Málaga y Diario CÓRDOBA y a Cuadernos del Sur. Era incombustible. Le enviabas un libro y en menos de tres días ya te mandaba la reseña. Luego me solicitó un espacio fijo en la contraportada, que ha mantenido durante décadas. Puede decirse que fue uno de los colaboradores más fieles del periódico y que en la escritura era un todoterreno.

A nivel académico, le otorgaron en Córdoba el Premio Góngora de la Real Academia. También fue académico de número de la Académica Norteamericana de la Lengua Española, correspondiente de la Real Academia Española, de la de Buenas Letras de Granada y de la de San Telmo de Málaga.

Publicó numerosos libros como De lo imposible a lo verdadero (2000), La Semana Santa de Málaga (2003), El hilo de la fábula (1995) y El amor y otras mitologías (2001), donde reunió su obra poética, entre muchos otros libros. Fue vicepresidente de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios y uno de los oradores más brillantes que he conocido. Su labor política la inició como concejal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga desde 1995 a 2000. Luego, fue nombrado director del Instituto Cervantes de Nueva York y desde 2004 hasta la actualidad ha sido parlamentario andaluz del PP. En estos últimos años ha sido director gerente de la Fundación María Zambrano de Vélez-Málaga. De toda su trayectoria, la parte que más me interesa es la de crítico literario, estudioso de la literatura y la de orador. Hemos perdido a un brillante andaluz y a un malagueño de primera categoría. Descanse en paz. Tus amigos te recordaremos siempre. ANTONIO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

OTROS FALLECIDOS:

Manuel Gómez Puig. 87 años. Córdoba. Concepción Requejo Valle. Córdoba. Francisco Javier Blancal Mata. Córdoba. Fernando Muñoz Gómez. Córdoba. Laura Ochoa Cost. Córdoba. Polonia Moreno López. Córdoba. Antonio Hernández Pérez. Córdoba. María Auxiliadora Castro de Toro. Córdoba. Francisca Cejudo Sánchez. Córdoba. Carmen Molina Ruiz. 91 años. Puente Genil.