Justo cuando se cumple medio siglo de su debut en el cine, el octogenario Woody Allen estrena su película número 47, 'Café Society'. Una comedia centrada en el Nueva York de los años 30, la década de su nacimiento. Durante este tiempo Allen ha cosechado éxitos y fracasos, ha creado obras imperecederas y se ha visto vapuleado por la crítica. A pesar de los altibajos creativos y de los sucesivos escándalos en su vida personal, el director neoyorquino ha conseguido estrenar una película por año sin alterar su estilo. El artista que hizo carrera a base de reírse de sí mismo sigue siendo el mismo. "Bueno soy el mismo pero con 80 años encima. Con un poco de suerte y si mis buenos genes me acompañan, seguiré trabajando hasta que no pueda más; aún me quedan muchas historias que contar", dice mientras se ajusta el aparato auditivo.

'Café Society' se desarrolla en el Nueva York de su infancia. ¿Que le impulsó a volver a ese mundo? Las historias que me contaba mi padre o escuchaba en la radio sobre la llamada 'café society', la 'jet set' de la época, todo un fenómeno social en las grandes ciudades estadounidenses. Era un mundo lleno de glamur, alta sociedad, actores, directores, políticos e incluso mafiosos, una mezcla de personajes muy coloridos. Me encantaba escuchar esas historias, leer las páginas de cotilleos que se escribían sobre esa gente, y soñaba con formar parte de ella algún día. Pero a medida que yo crecía, lugares como El Morocco o The Stork Club fueron cerrando. Estoy seguro de que la realidad, como siempre pasa en la vida, era muy distinta, menos glamurosa. De ahí surgió la idea de esta película.

¿Tuvo ocasión de conocer a alguno de esos personajes en los clubs de comedia donde empezó su carrera? No, yo empecé trabajando en clubs más pequeños, como The Blue Angel, The Crystal Palace o Mister Kelly’s, donde actuaban cantantes de música folk y cómicos emergentes como Mort Sahl y Lenny Bruce. Sin embargo, cuando actué en Las Vegas sí tuve jefes que, se decía, tenían conexión con la mafia. A mí me parecían gente muy amable, simpática y generosa, nada intimidante. Ahora, lo que hicieran detrás de esa fachada es otra cosa.

Aquí vuelve a reflexionar sobre el amor, la infidelidad y la falta de honestidad, elementos que aparecen muy a menudo en sus películas. Son temas muy importantes para un dramaturgo, porque son los que crean tensión y conflicto en una historia. No importa el género de la película, todas tienen que tener este tipo de conflictos para que sean interesantes. Tiene que haber amor y muerte. A nadie le interesa ver a una pareja que se conoce y vive una historia de amor sin sobresaltos y completamente insulsa.

Después de haber dedicado tanto tiempo de su vida a las historias de amor, ¿cuántas veces cree que puede enamorarse un hombre? Muchas. Hay personas que se enamoran a los 18 o 20 años, luego se desenamoran por un motivo u otro y vuelven a enamorarse más tarde, cuando tienen 40 o 50. Ahora bien, yo estoy felizmente casado y no me veo enamorándome otra vez. Me siento muy afortunado por haberme vuelto a enamorar a los 60, y si, hipotéticamente, Dios no lo quiera, a mi esposa le atropellase un camión, supongo que al no tenerla a mi lado podría volver a interesarme por el amor. Pero mientras ella exista, no creo que vuelva a enamorarme.

Sí es capaz de enamorarse de otras ciudades. En esta película incluso se enamora de Hollywood, cuando antes solo tenía ojos para Nueva York... Soy un hombre de ciudad, incluso cuando voy de vacaciones. A la gente le gusta pasarlas en el mar o la montaña y yo prefiero ir a París, Londres, Madrid o Roma. Me gusta visitarlas, pero no por ver sus museos o monumentos, eso lo puedo hacer en Nueva York. Yo prefiero patearme las ciudades, sentarme en un café y observar a la gente. Supongo que es porque crecí en una ciudad muy cosmopolita y fascinante.

La mayoría de directores tardan tres o cuatro años en hacer una película y usted va a título por año. ¿Como lo explica? Mis películas cuestan poco dinero y no necesito que me las financie un estudio. Por eso no pierdo el tiempo en reuniones ni necesito la aprobación de nadie a la hora de hacer el cásting. Yo consigo el dinero de forma independiente y trabajo con los actores que me gustan.

¿Que importancia tiene el dinero para usted? Ninguna. Cuando tenía 16 años empecé a escribir chistes, después de hacer los deberes del colegio. Enseguida me contrataron para que escribiera más y al poco tiempo ya ganaba más dinero que mi padres, que trabajaban los dos. Desde entonces nunca me ha faltado el trabajo, nunca he tenido que pensar en hacer dinero y menos hacer una película por dinero. He hecho muchas películas sin cobrar un duro. No soy rico -bueno, un poco más que si me hubiera dedicado a ser farmacéutico, que era lo que quería mi madre-, pero tengo el dinero suficiente para hacer las películas que quiero y vivir decentemente.