Paco Montalvo ha demostrado este fin de semana en la tercera gala del LVII Festival Internacional del Cante de las Minas que su violín flamenco puede transportar a un público expectante el impacto del cante jondo a través de las cuatro cuerdas de este instrumento. El cordobés ha presentado en el antiguo mercado público de La Unión su trabajo Alma del violín flamenco, en el que, acompañado por un grupo de percusión, guitarra española, bajo, palmas y baile, entregó un ramillete de piezas flamencas y versiones del cante jondo de éxitos modernos.

Considerado como el mejor violinista clásico español y dentro del cuarteto mundial en su categoría, Montalvo ha demostrado tener las bases técnicas para arriesgar en su carrera introduciéndose en el complicado camino de hacer del violín de Nicolo Amatti de 1660, regalo anónimo de un benefactor, el solista de una actuación flamenca.

En el camino contrario que han tomado otros artistas del cante jondo, como el guitarrista Tomatito junto al pianista de jazz Michel Camilo, el violinista cordobés se ha instalado en el complejo universo flamenco con una brillantez y elegancia acreditada, con interpretaciones de piezas conocidas de Paco de Lucía, como la rumba Río Ancho y las alegrías La Barrosa.

Marcándose como objetivo lograr para el violín lo alcanzado por el genio de Algeciras con la guitarra, Montalvo ha continuado con Sevilla, de Isaac Albéniz pasado por el tamiz de las bulerías, pasando por el Romance anónimo o su versión de la canción popular La tarara.

También hubo hueco para la Guajira flamenca, un género derivado del punto cubano; la archiconocida Granada, del mexicano Agustín Lara; y la composición propia por tangos denominada Malagueña. Finalmente, el artista de la ciudad califal ha firmado un bis heterodoxo con la composición My way, pasada por el tamiz flamenco, y que inmortalizaría Frank Sinatra, y el clásico Lágrimas negras, del cubano Miguel Matamoros, en una actuación en la que solo hay que lamentar puntuales problemas de sonido. En definitiva, el instrumentista cordobés ha demostrado en la Catedral del Cante que el violín puede expresar emociones, una de las claves del flamenco junto al ritmo, y que ha logrado que las cuatro cuerdas canten y que ocupen el lugar de un cantaor o de una guitarra española solista.

Montalvo estuvo precedido en el escenario del antiguo mercado público de La Unión por el granadino Juan Pinilla, que regresaba al lugar donde alcanzó la gloria de la Lámpara Minera, en 2007, y en el que ha demostrado que tiene el bagaje, el poso y la técnica para deleitar al exigente público unionense.

HOMENAJE A LAS ‘TRECE ROSAS’ // Cantaor de corte ortodoxo, Pinilla destaca igualmente por su compromiso con las causas sociales, los derechos humanos y el activismo, como ha demostrado al cerrar el concierto homenajeando a las Trece rosas, mujeres republicanas fusiladas tras la conclusión de la Guerra Civil. El granadino no quiso olvidarse de su paisano Enrique Morente, con una despedida muy emotiva: «Te fuiste tan de repente que hasta La Alhambra llora». La gala incluyó la entrega del galardón Catedral del Cante a Bélgica como muestra del reconocimiento a su labor de difusión del flamenco.