Su nueva película, la comedia agridulce En un patio de París, utiliza una comunidad de vecinos a modo de metáfora de los miedos y ansiedades de la sociedad francesa actual. La diva interpreta a Mathilde, una inquilina recientemente jubilada que se hunde poco a poco en la depresión.

--¿Qué le impulsó a aceptar este papel?

--Siempre me han atraído las historias poco convencionales, y esta lo es por su modo de mezclar lo cómico y lo melancólico. Además, me gusta ponerme al servicio de directores poco conocidos, tienen una energía especial. Soy afortunada, porque en mi trabajo en todo momento me he guiado por ese tipo de criterios. Hago solo lo que me apetece, siempre.

--¿Significa eso que no le suelen apetecer las comedias? Es muy raro que protagonice una...

--Me da mucha pena que no me ofrezcan más comedias, porque es un género que me encanta. A veces siento que me habría gustado trabajar en el Hollywood de los años 40, junto a intérpretes como Katharine Hepburn y Cary Grant, o directores como Howard Hawks. Aunque, por otra parte, no me habría acostumbrado al sistema de los estudios. Era muy restrictivo.

--Su personaje en la película, Mathilde, llega a rozar la locura. ¿Le costó pasar por ese tipo de emociones?

--En absoluto. Sepa usted que los franceses somos muy proclives a la tristeza y la infelicidad, y grandes consumidores de antidepresivos. El comportamiento excesivamente alegre siempre parece sospechoso. Todas mis experiencias, incluso las más felices, están como barnizadas de melancolía. Siempre ha sido así, desde que era una niña.

--¿Quiere decir que no guarda buenos recuerdos de su infancia?

--No es eso. Lo que pasa es que pienso en la niña que fui y no me reconozco. Era muy, muy tímida. Preferí estar siempre detrás de mi hermana Françoise, en segundo plano. Me gustaba pasar desapercibida. Pero luego, por supuesto, en cuanto empecé a trabajar como actriz, todo cambió. Mi vida posterior ha estado llena de aventuras y extravagancias. Y no me quejo.

--En esta nueva película, la jubilación va de la mano con la depresión. ¿También es así para usted?

--Sí, porque no creo que fuera capaz de vivir sin hacer películas. Cuando me dejen de ofrecer películas interesantes, y eso es algo que inevitablemente empezará a suceder pronto, pienso empezar a producirlas yo misma. Pero en ningún caso dejaré de actuar. Nunca he entendido a esas actrices que se retiraron antes de tiempo. Greta Garbo, por ejemplo: dejó el cine porque quería que su público la recordara joven para siempre, pero al jubilarse empezó a envejecer más rápido y se hundió en la depresión. Lo importante no es permanecer joven a toda costa, sino mantener la inquietud. No hay nada mejor para proteger las facultades físicas y mentales.

--Usted tiene 70 años, y nadie lo diría.

--Reconozco que tengo una energía excepcional para la edad que tengo. Me encantan los rodajes intensos, los viajes relacionados con la promoción de las películas. Todavía no he sentido la necesidad de pisar el freno. Probablemente sea a causa de mis genes: mi madre tiene 103 años. Sin embargo, ella me dice a menudo que mi estilo de vida no es razonable. Me quedo hasta las tantas viendo la tele, y fumo como una carretera. De todos modos, creo que el tabaco y un consumo razonable de alcohol tampoco van a acabar conmigo.

--¿Se queda viendo la tele hasta altas horas de la madrugada? Eso no es muy glamuroso...

--Yo soy una persona muy reservada. No salgo mucho. No llevo vida de estrella. Y me molestan esos actores y actrices que tratan constantemente de dejarse ver y llamar la atención. Me parece que es absurdo. Ahora bien, hoy en día es inevitable mantenerse lejos de los focos. Mis amigos saben si he ido a un restaurante antes de que yo se lo diga, porque inmediatamente toda la información aparece en internet. La verdad es que da un poco de miedo.