La bailaora Manuela Carrasco ha hecho volver el Festival Internacional del Cante de las Minas al flamenco más puro en una breve pero intensa actuación en la que se constató la existencia de su embrujo, que ha estado precedida por otra muestra de ortodoxia con el cantaor jerezano Jesús Méndez.

Con su espectáculo Manuela en concierto, la bailaora trianera ha pisado las tablas del antiguo mercado público de La Unión con gotas de su esencia, que le han llevado a ser considerada La Diosa, con los brazos abiertos, moviendo lentamente las caderas a compás. Con ese estilo en el que demuestra que no se necesita moverse en exceso para transmitir el flamenco, Carrasco ha dejado esa estela de pureza con un homenaje al minero en su primera parte.Con un espectáculo improvisado, como ella hace gala en cada declaración pública, sin guion, sin red, al vacío, con las formas ortodoxas y puras del baile más clásico. Bailando en libertad, sintiendo y captando la energía del ambiente, la trianera ha rescatado ese dicho de que el baile sale del alma y el arte es arte.

El programa, cuya música original corre a cargo de Joaquín Amador, contó con un solo de guitarra, una caña, unas tonás, para continuar con unas seguiriyas, unas alegrías, y acabar por bulerías, fandangos y una soleá, para lo cual estará acompañada al cante por Enrique El Extremeño; Rubio de Pruna; El Tañe y Ezequiel Montoya; a las guitarras por el propio Amador, Juan Campallo y Manuel de la Luz; y a la percusión con José Carrasco.

Previamente, había llegad un representante de Jerez, Jesús Méndez, de una de las estirpes flamencas más importantes.