Eva Orts Agulló es doctora en Lenguas y Cultura por la Universidad de Córdoba y licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Alicante. Su interés por estudiar la literatura española desde una perspectiva anglosajona le lleva a realizar el máster Modern Spanish Studies en la Universidad de Kent (Reino Unido), donde también trabajó durante dos años como lectora de español. Su investigación se centra principalmente en el estudio de la narrativa española y europea de los siglos XIX y XX, con la que ha conseguido demostrar el verdadero carácter del escritor Pío Baroja.

-¿En qué consiste su estudio?

-En este estudio se demuestra la modernidad singular de Pío Baroja en su representación de la ciudad, a través del análisis de la relación entre el personaje y el espacio urbano en un corpus de cinco novelas, La busca (1904), La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906), La ciudad de la niebla (1909) y César o nada (1910). Esta selección obedece a que la acción se sitúa en diferentes territorios urbanos, desde la ciudad provinciana de Córdoba a capitales como Madrid y Roma, hasta las grandes urbes europeas de Londres y París.

-¿Por qué decidió fijarse en la figura de Pío Baroja?

-Por motivos prácticos y emocionales: si iba a pasar cinco años de mi vida investigando a un novelista, tenía que elegir a un autor que me inspirara y, aunque mi formación académica proviene de la Filología Inglesa, vi claramente que desde que leí El árbol de la ciencia en el instituto, no había un autor que me provocara más curiosidad que Baroja.

-¿Qué ha podido averiguar sobre el escritor?

-Baroja fue un ávido lector de los autores del siglo XIX y su interés por novelistas como Dickens, Balzac y Víctor Hugo le despertó la curiosidad por los bajos fondos y le impulsó a habitar en capitales como Londres y París para así poder conocer los lugares descritos en la novelas que había devorado en su juventud. Baroja presenta las ciudades en un momento de transformación. Fascinado por su parte antigua, que considera más interesante, describirá cómo, en aras del progreso, se estaban derruyendo casas para abrir avenidas amplias e higiénicas que facilitaran el abundante tráfico de la urbe moderna. Este acelerado ritmo de cambio que observa el escritor es un elemento fundamental de la experiencia de la modernidad que no pudieron ver ni Dickens, ni Balzac.

-¿Qué relación hay entre Baroja y el modernismo?

-Las novelas de Baroja tienen ese carácter de bisagra que, por un lado, pueden insertarse dentro de una poética realista y, por otro, dentro de la narrativa modernista. Aunque el escritor continúa haciendo un tratamiento decimonónico de las ciudades en la línea de Dickens y Balzac, presentando una experiencia cercana a lo monstruoso donde los personajes se mueven, trabajan y viven en calles sucias, talleres sin ventilación y viviendas infrahumanas. El escritor se distancia del realismo decimonónico en la configuración de los protagonistas y en la preferencia por tramas abiertas en la que la sucesión de las acciones obedece a una lógica casual, en dependencia al movimiento constante de los personajes, apenas caracterizados psicológicamente. Estos ya no son héroes, sino inadaptados, en busca de algo que en ocasiones desconocen y, generalmente, fracasan.

-Su investigación ha sido distinguida por la Academia de Hispanismo, ¿qué supone para usted dicho reconocimiento?

-Una gran alegría por ver reconocido mi trabajo y un gran sentimiento de gratitud por poder ver publicado mi estudio, uno de los pocos que hay sobre Baroja. Animo a los cordobeses a leer La feria de los discretos, pues no todo el mundo tiene la suerte de vivir en una ciudad que ha sido escenario de una novela de Pío Baroja.