Uno de los caminos históricos que atraviesan la sierra de Montoro de sur a norte es también una vía pecuaria, la vereda de la Onza, que en planos antiguos figura como camino de Montoro a Cardeña, porque constituía el itinerario más directo entre ambas localidades.

Surcaba por el puerto de la Chaparrera, uno de los diez "puertos principales para su paso en todo su distrito o atravesío‡" que cita Juan Antonio del Peral, en contestación al interrogatorio de Tomás López para la elaboración de su Diccionario Geográfico, allá por el año de 1792. En este camino existían algunas ventas, como la de la Chaparrera, citada por Ramírez y Las Casas-Deza a mediados del siglo XIX como una de aquellas posadas que eran "útiles especialmente en el tiempo de la cosecha, en que es numerosa la concurrencia de gente". La situaba a tres leguas de Montoro, y debía de caer por donde en la actualidad se sitúa el caserío de La Chaparrera, de olivar antiguo.

Una guía fundamental para conocer la historia de los viejos caminos de Montoro, y de los avatares que han sufrido los predios por los que pasan, es el interesante libro, magníficamente ilustrado, que sobre el Parque Natural de Cardeña y Montoro ha escrito José Antonio Torres Esquivias. En él se cuenta que, según la tradición, el nombre "de la Onza" se debe a la moneda que había que dejar en una piedra para que los viajeros se aseguraran un trayecto tranquilo. Y aún es posible contemplar la pequeña hendidura donde, según parece y bajo la discreta mirada de los bandoleros, se debía colocar como mínimo una onza.

A esa piedra, sobre la que posteriormente se colocó una cruz metálica, hace referencia Francisco López de Cárdenas, cura párroco de Montoro, que examinó escrupulosamente el término de Montoro, para elaborar un informe sobre plantas, minerales y otras antigüedades de la zona, encargado en 1783 por el conde de Floridablanca.

Y así, el erudito sacerdote habla de la existencia de una minas de cobre en la conocida como "Piedra de la Onza".

La Onza es también una de las fincas más emblemáticas de Montoro, que tiene su origen, como la gran mayoría, en la segunda mitad del siglo XIX, a raíz de la promulgación de la ley desamortizadora de Madoz de 1855, que permitía al Estado considerar como suyos los bienes de los ayuntamientos y autorizaba su enajenación, facilitando la venta de terrenos a particulares. Leo en el libro de Torres Esquivias que la "dehesa de la Onza‡" era una finca de unas tres mil hectáreas que fue adjudicada en 1865. Tras unos rápidos cambios de titular acaba en manos de Ana Joaquina Romero Álvarez y, a su muerte, que tiene lugar en 1914, la heredan sus hijos, que en el año 1923 la dividen para constituir tres nuevas fincas: San Pedro, Las Chiveras y La Onza Chica.

Esta zona debía ser, y sigue siendo, una zona rica en acuíferos. Ramírez de Las Casas Deza habla, por ejemplo, de la fuente de la Onza, situada Cerca de las Minillas, "notable por el color blanco de sus aguas". Así que no es de extrañar que, durante los primeros años del pasado siglo XX, cuando el Ayuntamiento de Montoro se propuso mejorar el suministro de agua al municipio, se pusiera en contacto con doña Ana Joaquina, y le propusieran hacer cinco captaciones de agua en una zona de su finca La Onza, donde de forma natural manaba abundante agua.

Con el objeto de unir Montoro y Cardeña mediante la ruta más corta, El IARA, organismo autónomo dependiente de la Junta de Andalucía, asfaltó en el año 1985 la vereda de la Onza. Su trazado original se definió sobre un pequeño tramo inicial correspondiente al Cordel Real de Villanueva y desde el antiguo ventorro de El Risquillo, donde comienza la vereda de la Onza, continuaba esencialmente por el trazado de esta vía pecuaria. En 1994 la Junta Rectora del Parque Natural autorizó su remodelación tras una complicada negociación entre el ministerio y la entonces Agencia de Medio Ambiente, para que esta carretera se convirtiera en el tramo inicial de la carretera nacional 420 de Córdoba a Tarragona, que se inauguró en abril de 2001. Para ello hubo que mejorar el firme y sobre todo su trazado, que se aleja en ocasiones de la ruta original. En la actualidad la mayor parte del antiguo camino asfaltado se dispone a un lado u otro de la moderna carretera. Su uso ha quedado restringido para el acceso a fincas colindantes, el viejo alquitranado está en algunos tramos bastantes defectuoso y el matorral comienza a invadir el terreno que hace tanto tiempo le arrebataron. Así que nos encontramos con una atractiva ruta, muy adecuada para recorrer en bicicleta, que se ajusta al antiguo y legendario camino de Las Onzas.

Debemos salir de la N-420 a la altura de la salida 54. Al llegar al cruce del Risquillo tomamos el primer desvío a la derecha, por el que conectamos con el antiguo trazado de la carretera de la Onza. A un kilómetro, un paso subterráneo también nos permite acceder al otro lado de la carretera nacional. Así que hasta la siguiente salida, la 58, podemos optar por ir a la derecha o a la izquierda de la carretera moderna, por una zona eminentemente olivarera donde abundan los molinos aceiteros tan comunes en la sierra de Montoro.

Desde la salida 58 continuamos por la derecha de la carretera nacional, pero un par de kilómetros más adelante, el viejo camino vuelve a pasar al otro lado por un subterráneo, manteniéndose en ese margen hasta que rebasemos la salida 61 -de acceso a la presa de Martín Gonzalo- que vuelve a pasar a la derecha de la Nacional.