Las carreteras que conectan Montoro con Cardeña están trazadas aproximadamente siguiendo el recorrido de diferentes vías pecuarias. La más occidental, la carretera CO-5101, se construyó en los primeros años del siglo XX sobre la conocida como vereda de Garci- Gómez, en alusión a uno de los predios por donde pasa. El recorrido discurre desde zonas de olivar, donde dominan los grandes caseríos y molinos de aceite, pasando por pinares dispuestos en abruptos valles con bellas panorámicas, como el del Arenoso, hasta coronar la penillanura de granito repleta de dehesas.

Fue el segundo camino asfaltado que atravesó la sierra de Montoro y durante muchos años la carretera de Garcigómez tuvo mucho tráfico ya que era la única vía de comunicación pavimentada entre Montoro y Cardeña, pero cuando durante los años ochenta se asfaltó la vía pecuaria de La Onza, todo el tráfico rodado entre ambos pueblos se trasladó a esta nueva carretera, dejando la de Garcigómez convertida en una tranquila ruta natural, donde escasea el tráfico y por la que hay que conducir a poca velocidad por su sinuosidad, lo que por otro lado permitirá un mayor disfrute de los cambios que se van produciendo en el paisaje.

Según parece, la iniciativa, y sobre todo la decisión sobre su trazado, correspondió a un vecino de Montoro, llamado Santos Isasa, que, entre otros cargos, fue ministro de Fomento entre el 5 de julio de 1890 y el 23 de noviembre de 1891 en un gobierno que presidió Antonio Cánovas del Castillo, y presidente del Tribunal Supremo entre 1895 y 1901, durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena.

Resulta que Santos Isasa adquirió la finca La Torrecilla, de unas 200 hectáreas de olivar, en la primera mitad del siglo XIX, cuando se produce la desamortización de los Bienes de Propios del Ayuntamiento de Montoro, siendo la construcción del caserío en el año 1840, si bien el edificio fue reformado y rehabilitado en torno a 1952, sin alterarse su disposición básica. En los años que Santos Isasa fue ministro de fomento se determinó que la nueva vía pasara por la puerta de su casa. Gracias a esa discutible decisión un tramo de la carretera se aparta durante varios kilómetros del trazado, más directo, de la vía pecuaria, permitiendo disfrutar de un agradable paseo libre de asfalto.

Parte la vereda de Garcigómez del Cordel Real de Villanueva, entre El Risquillo y la casería del Corregidor, continuando su trazado aproximadamente con la carretera CO-5101. Al comienzo del recorrido se van sucediendo enormes haciendas, la mayoría de ellas con grandes patios centrales y su correspondiente molino delatado por la torre de contrapeso. Conforme descendemos hacia el barranco del río Arenosillo, las areniscas rojas son sustituidas por tierras de pizarra, entre abruptas laderas a las que desafía el olivar. Allí donde no llegan los olivos, sobre las peñas pizarrosas más ariscas, arraiga una vegetación mediterránea que adquiere gran vistosidad en primavera por el contraste entre las blancas flores de la jara pringosa y las inflorescencias violáceas del cantueso. Tímidamente, en las vaguadas, donde emana algo de humedad, aparecen rodales de álamos y zarzas.

Atravesamos el arroyo Arenosillo por una nueva pasarela que ha sustituido al viejo puente, sumergido bajo las aguas de una de las colas del embalse del Arenoso.

A partir de aquí, y durante un tramo, la carretera se aparta del trazado de la vía pecuaria, en busca el molino de Santos Isasa, que se sitúa en un ladera situada a la izquierda, y muy cerca, de la carretera.

Más adelante seguiremos encontrando molinos, como el Molino Alto de la Torrecilla -donde se ubicaba un antiguo ventorro y la parada de autobús que bajaba hasta Montoro- algunos lagares, como el del Fraile, cerca del cual se encontraba otra venta, la de Cervera; y poco después, la vieja escuela rural de la Torrecilla, donde asistían a clase los niños y las niñas de todo este diseminado de caseríos, que constituía otro de esos pagos en los que se divide el término rural de Montoro, y que actualmente ofrece un lugar de segunda residencia o descanso, con una interesante oferta de alojamientos turísticos rurales.

Poco a poco las viviendas van desapareciendo de los bordes de la carretera y se entra en una zona de transición.

Los olivares van dando paso a dehesas jóvenes y los primeros pinares de repoblación van haciéndose patentes en un paisaje que gana notablemente en cuanto al movimiento de su relieve.