Algo, y muy importante, falla estrepitosamente en la arquitectura cerebral del ser humano: la idea de matar por matar. Matar, desde la convicción más inútil, que un cerebro exaltado puede ponerse como reto final, es un planteamiento asesino e ignorante, retroalimentado por un rechazo y agorafobia hacia sí mismo. Matar por matar, es la metástasis de una cultura enferma y obsoleta. Abducir mentes hacia la propia inmolación, con el propósito de matar, es otro gran cáncer mundial que sufre la humanidad.