Vamos a intentar entendernos desde una posición más cercana. Les diría yo. La tendencia (todavía) en la sociedad actual de sobrestimar en las personas su formación académica, su posición social o su ‘pedigrí’ familiar, no parece ser sumamente importante en el contexto para la práctica de la política (por los hechos, se ha demostrado lo contrario) No es fácil llegar, al pueblo llano, desde esa engreída posición. Paparruchas acompañadas de fórmulas estadísticas, citas filosóficas o prósperas economías de mercado no solucionan los acuciantes problemas de la sociedad. De nada vale vender, envueltas en papel celofán, propuestas milagrosas, sin ni siquiera tener fe. Hay que bajarse desde la tarima a ras del suelo, y palpar los problemas de las gentes en el nivel donde se encuentran. Dejen de esforzarse en la elección del discurso subliminal que deben elegir en sus campañas electorales, para engatusar a la benevolente ignorancia de los ciudadanos. En el fondo, lo que queremos todos, es, ir desterrando la mentira de la faz de la política, aunque suene a utopía.